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Mito y razón (II)

…Como decíamos, tales de Mileto, a pesar de ser un filósofo, sembró aceitunas y se enriqueció con una extraordinaria cosecha. Así, obtuvo el dinero necesario para trasladarse a la ciudad de Babilonia donde adelantó estudios de astronomía. Esa urbe era un centro político, religioso y cultural de la antigüedad clásica del continente asiático.

Aquellos estudios, hubieron de proporcionarle concretos resultados científicos, pues fue él el primero entre sus contemporáneos en predecir un eclipse de sol, en el año 585 A.C. Antes de él se suponía que eran los dioses del Olimpo quienes producían los movimientos y los fenómenos propios de los cuerpos celestes. Después de él, la explicación se tornó asequible mediante el uso de la razón científica.

Los griegos principiaron a creer menos en los mitos y más en el entendimiento racional, para comprender los secretos del cosmos.

A Tales lo siguieron otros filósofos de la época y posteriores, entre los cuales Anaxágoras, otro caso de un filósofo raro, pues fue él también un hombre rico.

Fue capaz de afirmar, por ejemplo, que todos los astros estaban hechos de la misma materia que la tierra; que el sol era una inmensa roca incandescente; que la luna no brillaba con luz propia, sino reflejada, con lo cual, además, podía explicar sus fases.

Esos 180 grados de giro dado con respecto al pensamiento mitológico precedente hacían de la razón un elemento subversivo y por tanto destinado a generar un cambio incluso en la piedad religiosa de los griegos.

Ello podría ser cierto si identificáramos mito con religión, pero esa analogía no va, pues el mito es una mentira maravillosa forjada sobre personajes sobrenaturales; en cambio, la religión es una relación personal del hombre con Dios que se le revela por medio de palabras y obras, como en la religión cristiana, históricamente comprobados.

No obstante, el adelanto racionalista protagonizado inicialmente por Tales y Anaxágoras, no se puede afirmar que ellos eran ateos, pues frecuentemente hablaban de una Mente misteriosa que ordenaba el universo. Pero además, es verdad que los griegos no siempre resolvían pacíficamente los conflictos, y ciertamente el nuevo modo de pensar y obrar creaba uno de gran envergadura.

De tal manera que la suficiencia racionalista de unos se estrelló contra el radicalismo religioso de otros, quienes no dudaron en echar mano de métodos inquisitoriales, que en el caso concreto de Anaxágoras lo llevaron a un proceso judicial que terminó en el año 432 A.C. condenándolo por impiedad, a la pena de destierro. Algo semejante ocurriría con el filósofo Sócrates, a quien se le infringió la pena de muerte bebiendo la Cicuta. Así obraba el fundamentalismo de entonces, tanto religioso como democrático.

A mi modo de ver, cosa parecida vendría a acontecer en la Europa Medieval, en casos relativamente análogos. El racionalismo, fue su contrapartida exagerada por el iluminismo de la ilustración francesa.

De todos modos, hay que decir que Tales anticipó las grandes preguntas filosóficas de todos los tiempos, ¿de dónde vienen todas las cosas?; ¿de qué están hechas?; ¿existe algo que pudiera reducirlas todas a una única unidad?; ¿de dónde venimos?; ¿hacia dónde vamos? Son las mismas que los filósofos de todos los tiempos se esfuerzan en esclarecer, sin lograrlo del todo.

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Rodrigo López Barros

rodrigolopezbarros@hotmail.com

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