Es innegable que los seres humanos, desde hace muchos años atrás, hayamos fortalecido el malsano ejercicio de no actuar debidamente ante situaciones que se pueden solucionar al instante mismo o seguidamente; pero, no actuamos con autenticidad sin razón alguna, muy a pesar de ser conscientes que las metas, problemas y necesidades se deben visualizar y articular a través de una acertada y urgente decisión que implica materializar de inmediato la acción.
Bajo este contexto, observamos cómo la juventud se aparta de lo productivo y aporta una valiosa decisión de tomar posición, leer un libro, cuyo contenido se constituye en fortaleza de conocimiento de disímiles características.
En este espacio, los estudiantes o cualquier ciudadano del común prefieren responder: por ahora no tomaré una decisión, lo haré después. Así sucede en muchos otros escenarios en el teatro de nuestras vidas, donde todo lo aplazamos o reemplazamos, relegando lo importante a un segundo plano, retrasando la autenticidad.
Pareciese que las cosas marcharan sobre ruedas, pero no es así. Unos ven las cosas color de rosas y otros les pintan pajaritos en el aire, son unos verdaderos ilusionistas del momento, que se aprovechan de sus posiciones de poder, dirección, para hacer ver las cosas al revés o distorsionadas, siendo otra la realidad; además, dando a entender o haciendo creer que aquí no pasa nada.
No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, se dice; además, de lo que debemos aprender de este refrán sabio es que tenemos que mostrarnos siempre de manera transparente, diligentes solucionando caso a caso, no aumentando una montaña de problemas aparentemente solucionados, que en el fondo incrementará incertidumbre e inconformidad.
Este comportamiento tan enraizado en nosotros de eludir casi todo o todo, lo que se ha convertido en cultura la adquirimos en un plano individual y la tornaremos social, ya sea en el desenvolvimiento de lo privado o lo público, acentuándose más en este último.
Cumplir necesidades básicas o fundamentales para la subsistencia como la salud, educación, vivienda, empleo, recreación, protección a un conglomerado, conllevan a un marco ambiental sano. Así que, necesidades satisfechas con productos y servicios de manera oportuna, entregar a cada quien lo que se merece, son derechos que se deben respetar; los fundamentales más, en un estado de derecho.
Ser auténticos y mostrarnos tal cual somos, con defectos y virtudes, sin máscara, nos hace más humanos y permite a los demás conectarse a un nivel más profundo, sincero. Esa es la verdadera importancia de la autenticidad. Siendo nosotros mismos, aceptarnos tal como somos y actuando con naturalidad nos llevará a iniciar una cultura de la autenticidad, la que carecemos y que muchos deseamos aparezca. jairofrancos@hotmail.com