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Mis tres días en “El Paso” del Adelantado

Por: José Gregorio Guerrero Ramírez


No eran las tres de la tarde de ese viernes 23 de Abril y el sol parecía estrenar baterías, el bochorno se adhería a la piel, formando un espeso caldo que terminaba descendiendo a chorros por toda la epidermis hasta llegar a los tobillos.  Enseguida después de instalado, salí a conocer el famoso pueblo de Alejo Durán: El Paso del Adelantado; fui a hacer una investigación para un proyecto que estoy desarrollando.  Caminé hasta llegar a la plaza y allí se encontraban estacionadas mesas de juego de azar, mesas de dominó, musiquines a todo timbal, acordeoneros practicando su próxima presentación, lugareños con ganas de beberse un rio de cerveza: ¡El pueblo estaba de fiesta!  Muy sabiamente me lo dijo El Pier Ibáñez: “bonita fecha vas a escoger tu para venir a trabajar, por eso has caído en manos de esta patrulla mañocal”.  Me encerraron en un kiosco en casa de Soreyis Gutiérrez de Piñeres, con música de los Hermanos Zuleta, comida de la criolla en toda sus variedades (la que quisiera), Whisky seco (old parr) y un grupo de amigos a quien atribuyo este secuestro consentido e inolvidable, entre ellos: Gustavo, Oscar, Pichi  y Arístides Gutiérrez de Piñeres, Ernesto y el Pier Ibáñez, incluidas Novilla y Novillita, Tana Cerro y familia, Jesús Bonet y los anfitriona de lujo Soreyis y Familia.
Me impactó ver el tiempo detenerse sin ningún perjuicio; ver a sus habitantes caminar sin importarle que ocurriera en el mundo, porque para ellos el mundo son las quince calles y las veinte carreras donde desarrollan sus vidas, tuve la oportunidad de conocer personajes, con sus cerebros llenos de historias capaces de surtir a un mundo sin entelequia, aparentemente muerto.  Para que yo no saliera a hacer las entrevistas que tenía que hacer a diferentes personajes del Pueblo, crearon una comisión de búsqueda encabezada por Doña Tana Cerro y entonces me las llevaban al kiosco, hasta allí llego Saturnino Moreno Machuca, un anciano con una mente prodigiosa, capaz de cantar décimas y composiciones hermosas y de contar historias extremadamente impresionantes, tan normales para él, pero que estremecerían al mundo entero en el momento que se plasmen en un papel.   Conce Serna Melo, un anciano que sabe que nació un ocho de Diciembre, pero no sabe de qué año y tampoco lo trasnocha saberlo; descendiente de los primeros esclavos que llegaron del África inmensa y que habla con una ternura sobre natural.  Tuve la oportunidad de hablar con Don Pablo Trespalacios Orozco, homenajeado este año como ínclito personaje de El Paso, me surtió de historias también. Me causó gracia cuando entrevisté a Seguidilla Trespalacios, cuando le pregunté que me contara historias de El Paso, me miró a los ojos y con una seriedad de acero me respondió: “oiga dóctor, aquí si hay mierda para hablar”, tomó aire, lleno sus pulmones y soltó en ráfaga historias, y cada vez que me contaba una me llevaba a vivir momentos de los cuales narraba.
Quedé impactado con esa tierra, es una amalgama de negros, criollos, españoles, indios y ahora cachacos.  Pareciese que yo llevase años viviendo en esa tierra, y solo tenía dos días cuando ya en el pueblo era saludado y estimado con una confianza de años luz.
Por último, en la casa donde estuve hospedado, me atendieron a cuerpo de rey.  Es el secuestro más hermoso que ser humano haya experimentado.  Estuve atrapado en la magia prohibida de Karen, pero en la noche del domingo se fue junto a una llovizna y se eclipsó en la oscuridad. No podré olvidar cuando la anfitriona me toca la puerta de la habitación para avisarme que ya el desayuno estaba listo y yo aún adormitado abrí la puerta y lo primero que me preguntó fue: “qué tal noche paso?”, no podía decirle menos que fue una excelente noche, que a pesar de las pocas horas dormidas había podido descansar mi cuerpo; le dije: “solo una cosa me incomodó, para esta noche le recomiendo decirle al señor del tractor que si lo puede apagar”, ella abrió los ojos, me miró impresionada, pero luego afloró de sus labios una sonrisa llena de picardía y me dijo: “no señor, ahí no hay ningún tractor, lo que pasa es que en la habitación de al lado durmió el señor Bonet”.
Feliz fin de semana
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