En todas las épocas del mundo se ha venerado la fertilidad y la maternidad. En los credos politeístas adoraron divinidades femeninas. Los mesopotámicos, griegos, celtas, indostaníes, mesoamericanos, nórdicos y cristianos después, rindieron culto a una deidad femenina.
El antecedente de la festividad está en Grecia en cuyos templos, Rea, madre de Zeus, dios supremo del Olimpo, era glorificada. Según el mito, Cronos quien reinaba sobre todos los dioses, se casó con su hermana Rea. Pero existía el vaticinio que un hijo lo destronaría y por eso devoraba cuanto descendiente tenía. Rea en una de sus preñeces se fue a un monte de Arcadia donde nació Zeus. Lo ocultó en la cueva de la isla de Creta, y Amaltea, una cabra, lo amamantó. Entre tanto Rea arropó una piedra y se la dio a Cronos para que la engullera, como si fuera su hijo nacido. Ya adulto Zeus convenció a su madre para que le sirviera vino a Cronos con mostaza, sal y miel, haciéndolo vomitar a los otros hijos que se había tragado. Zeus destronó a su padre en una épica batalla mandándole un rayo de su mano. Por eso las sacerdotisas griegas veneraban a Rea como símbolo del amor maternal. Los romanos asimilaron el rito adorando a Cibeles en unas fiestas llamadas Hilarias, una diosa frigia de la fertilidad, a quien conocían a través de unos escritos con frases de los oráculos llamados Libros Sibilinos.
El Vaticano adoptó el 8 de diciembre Día de la Madre por la Inmaculada Concepción, en un tiempo. En Inglaterra en el siglo XVII, los niños en un día del año, después de misa llevaban regalos a las madres, y la servidumbre tenía el día libre para ir a sus casas y celebrar a sus progenitoras con un pastel conocido como “matering cake”. En 1870 la poetisa Julia Ward Howe escribió la Proclamación del Día de la Madre, un apasionado llamado a la paz. En 1873 varias ciudades de Estados Unidos realizaron reuniones del Día de la Madre y Boston las continuó por diez años más.
Woodrow Wilson, Presidente, dispuso en 1914, el segundo domingo de mayo como Día de la Madre a consecuencia de la motivación de Ana Jarvis quien quiso conmemorar el fallecimiento de su madre, Anne Reaver Jarvis, activista social que en la guerra civil de Secesion entre norteños y sureños, atendía sin distención a heridos de los dos bandos. Ana Jarvis repartió 500 claveles blancos ese día, flor preferida de su madre en una iglesia de Grafon, Virginia.
Luego se arrepintió por la grosera comercialización de la fecha. Tuvo disputas con la primera dama de Estados Unidos, Eleanora Rooselvet, que usaba el festivo en campañas de caridad. Ana Jarvis fue arrestada en 1925 cuando saboteó una venta masiva de claveles el Día de la Madre e internada en un sanatorio en 1940 cuando estaba en ruina económica. Murió en 1948. Sus funerales fueron costeados por los vendedores de flores y de tarjetas de felicitación que comerciaban en el Día de la Madre, a los que ella tanto había combatido.