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Mi voto es por Peñaloza (13-V-14)

Cada vez que nos toca escoger entre opciones similares, siempre es difícil decidirnos por alguna de ellas, ya sea porque sus atributos comunes son muy superiores o que por el contrario son muy deficientes. Hoy la mayoría de los candidatos a la Presidencia de la República solo han mostrado una apatía programática y una disposición camorrera, favoreciendo el altísimo porcentaje de indecisos y la consolidación del voto en blanco como una opción cierta de protesta ciudadana.

Las propuestas son un elemento de seducción en decadencia, los aspirantes son una prefabricada pose que los asesores salen a vender quitándole al pueblo la oportunidad de saber por quién vota realmente. Cuando se posesionan esta apariencia cambia, dándole paso a la frustración general que incuba cualquier tipo de manifestaciones.

Nuestra candidez ante la embestida propagandística es tal que seguimos deslumbrándonos frente a lo presuntuoso, sucede desde cuando los españoles con el reflejo de un espejo nos bajaban de la montaña para hacernos sus cautivos. Hoy con la ayuda de los medios de comunicación al servicio de una pauta publicitaria, nos presentan la noticia acomodada de acuerdo a los intereses del que paga.

Es así que al candidato presidente lo encasillan, sin serlo, como el adalid de la paz; no le preguntan, ¿si fracasó en estos años de gobierno, por qué debemos creer que en los próximos cuatro será exitoso?; además de evaluarlo favorablemente por las inversiones asistencialistas que perpetuarán la mendicidad y no por el fiasco de las políticas productivas y sociales que aumentarían el nivel de vida de los colombianos.

Si el ejercicio de la actividad política estaba cuestionado y en decadencia, los escándalos y enfrentamientos de estos días le dieron ribetes de preocupante a la crisis. No dan explicaciones acerca de sus cuestionables conductas, sino que magnifican errores ajenos, dejando que la frágil memoria popular de trámite a caso juzgado sus deplorables actuaciones. Todo bajo la mirada cómplice de una Fiscalía y una Procuraduría, garantistas de la inequidad que desde hace cincuenta años nos tiene condenados a una fratricida guerra sin cuartel.

Si no reaccionamos ya, la justicia en Colombia será una utopía que inmortalizará el totalitarismo ideológico con que sueña el poder dominante. Entendiéndose justicia como el concepto integral que le da a cada cual lo que se merece y brinda las garantías para que el ser humano se pueda desarrollar con dignidad y respeto por el derecho de los demás. Por eso mi voto en la primera vuelta presidencial es por Enrique Peñaloza, representa el sometimiento a las diferencias, así en nuestro departamento sea muy débil su campaña e incluso pueda encarnar la aristocracia bogotana, que solo mira a las regiones para gozar sus fiestas o manipular a su favor el potencial electoral.

No votar significa darle sustento político a los violentos y hacerlo en blanco legaliza el antidemocrático poder de los que compran las mayorías; date la oportunidad, si no ganas no hay problema, atrévete a votar por tu candidato preferido, que yo lo voy a hacer por Peñaloza. Un abrazo.

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Antonio_Maria_Araujo: