No da tregua el maldito bicho este, que ya ha acabado con más de 4 millones de vidas y nos tiene arrodillados, pidiéndole a Dios que se conduela de nosotros y nos ayude a exterminarlo; bastante ha hecho el Señor y de la mano con la ciencia aparecieron en tiempo récord muchas vacunas, que si bien es cierto no nos protegen en un ciento por ciento, sí ayuda para que cuando nos pique, no nos mate; yo por estar vacunado todavía puedo escribir este artículo, otros desafortunadamente se fueron a un mejor destino. Hay que seguir en la brega hasta obtener la ansiada inmunidad de rebaño, que casi está a la vuelta de la esquina y anunciada para el mes de septiembre por el Gobierno. Ojalá así sea.
No de covid-19, sino de 94 años, falleció Emilio Aponte Martínez, mi tío más querido de parte de padre, el ‘tío Millo’, como con cariño le decíamos sus más de 150 sobrinos, el segundo del matrimonio de ‘La Nena’ y Antonio Aponte, y creo que el 23 de la descendencia general que fueron más de 30; quedan Chava y Tirsa, ambas con más de 90 años, y Rafael, Emilia, Aura y Efraín, que ojalá Dios quiera que también coronen o superen esa cifra.
Mi tío Millo, mi querido e inolvidable tío Millo, un hombre que a sus pasos por la vida dejó huellas imborrables, porque era bueno, servicial y oportuno, que tenía un concepto de familia excepcional y de la amistad muy arraigado y profundo, de lo primero damos fe todos sus familiares, que somos bastantes, y de lo segundo, entre ellos, el doctor Jaime Araujo Noguera, con quien por muchos años gozó de mutua estimación, así como también Rafael Escalona, con quien tenía muchas anécdotas; José Antonio Murgas y Crispín Villazón, sus sobrinos, pero más que todo amigos; sus alumnos Venancio Murgas, Beto Amaya, César Maestre y Manuel Morales, y por último, con Julio Gámez, personas que lo quisieron y respetaron, porque él se hacía respetar.
Primos hermanos, sus hijos Augusto, geriatra de reconocida fama; José Antonio, ‘El Tribi’, la conciencia jurídica del municipio; Raúl, técnico en Salud; Emilio, ingeniero Pesquero; Aura, enfermera superior, y Luz Marina, contadora pública, es tanto lo que me ha dolido la muerte de su papá, mi querido ‘tío Millo’, que he evitado encontrarme o hablar con ustedes para no tener que requebrarlo y tratar de botar lágrimas que de tantos golpes en estos días se me han secado.
Para Amanda, la mamá de sus hijos, mis más sentidas notas de condolencias, al igual que para sus hermanos Chaba, Tirsa, Rafael, Emilia, Aura y Efraín. Fuera de mis condolencias un fuerte y fraternal abrazo.
En mis épocas de estudiante en el Loperena, Emilio, mi ‘tío Millo’, estaba en la buena y era mi acudiente, que nunca fallaba cuando iba con carita de yo no fui a ocuparlo, era mi papá que me cascareaba y era mi gran amigo que me sacaba a hacer “cositas” donde las niñas buenas. Cómo lo quería y cómo he sentido su desaparición, pero eso es la vida y ojalá que nuestro encuentro no sea rápido, pero de que nos vemos, nos vemos. Hasta luego mi querido ‘tío Millo’.
ADENDA: Señor gobernador o señor alcalde, por favor, echen una miradita a la vía que conduce a Los Besotes, desde el Seminario hasta ese bello pueblito. El Colegio La Sierra ya ha colaborado demasiado y es justo que ustedes terminen lo que hace falta para ir cómodamente al Pueblito Arhuaco. Ellos también tienen derecho al igual que los grandes hacendados y ganaderos.