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Mi teoría acerca de la venganza

La palabra venganza indica fuerza, violencia, brutalidad, atrofia mental, …es un mal llamado de atención por una acción que es percibida como dañina y cuando la afectación es imperdonable nace la venganza, que busca como una compensación por la afrenta recibida por palabras o actuaciones.

Desde un punto de vista atípico, la venganza causa placer en quien la ejerce, ya que los sentimientos de odio y rencor saltan como un desahogo y las represalias alumbran la mente.

La venganza es un sentimiento que viene motivado por la ira o rabia de quien se ha sentido humillado o dolido y quiere devolver el daño padecido de una forma consciente, sin importar a quienes pueda llevarse en su tragedia.

El perdón aclara el camino, la venganza lo llena de espinas, lo imposibilita y cubre de obstáculos animados por el principio de la ira, que es la que en una u otra forma origina la venganza; por lo tanto, cuando alguien recurre a la venganza en lugar del perdón, pone de manifiesto una serie de consecuencias que en los campos políticos suelen ser fatales para la sociedad y el bienestar de la misma.

Las personas a las que les cuesta mucho ceder no deben participar en las actividades políticas y demócratas, pues cuando no se actúa como ellos quieren, o como ellos creen que se debería actuar, se vuelven excesivamente soberbios y esto solo provoca muchas barreras para las relaciones comunitarias, pues nace la venganza como una reacción de poder, anidando el resentimiento. 

Entonces para ellos la venganza supone un castigo, que no es otro que, la opresión permanente y las amenazas flotantes para engendrar más odio y como consecuencia más violencia y así autosatisfacerse en su ego.

La biblia nos dice: No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Pero estos bárbaros de la política, predican y practican todo lo contrario, pues los sentimientos de venganza los despoja de toda caridad cristiana y sus intereses radican en la siembra del mal. Siempre deducimos que el mal causado es mucho mayor que el que causamos y esta distancia abre brechas a las represalias para generar las guerras internas que se convierten con el tiempo en perpetuas y no confrontables, haciendo de la venganza una necesidad y en especial cuando la justicia no funciona.

La venganza nunca repara, crea más venganza, pues en las mentes doblegadas por los resentimientos pasivos nunca desaparecen los hilos de una pasión consentida donde el perdón jamás tendrá cabida, ni con el tiempo, y solo existirá como mero formalismo volitivo

Somos seres propensos a las confrontaciones y entonces la venganza como fruto de las emociones incontrolables que casi nunca se quedan en la idea, se hace normal, y esto nos hace interactuar muchas veces bajo el peso de los resentimientos, que no son más que actos hipócritas de venganza.

La venganza en la política arremete contra todo lo bueno, en especial de gobiernos predecesores, y entre más la pasión aumenta, conduce al totalitarismo, a la autocracia y a la sed desmedida de acabar con todo aquello que tenga asidero social, pues la intención es generar caos, que mantengan distraídos a los distintos bandos del rencor que no son más que el supuesto odio entre ricos y pobres que han creado los pseudosocialistas con su fabulosa teoría del engaño, que pregona como principio básico para imponer su ley.

Si se intenta, en política, devolver el daño recibido, se están comprobando las flaquezas de espíritu; entonces, a la venganza y al perdón se les da mejor manejo con el olvido, a sabiendas de que, es más fácil devolver una ofensa que un favor. Desde luego, mucho ojo con los gobiernos autócratas, son primos hermanos de la venganza.

La venganza es un sentimiento muy grande y profundo de emociones negativas encontrados, que, en las mentes depravadas, busca causar más daño que el aparentemente recibido en un momento determinado y así está sucediendo con muchos gobernantes actuales que han logrado elegirse solo para satisfacer a este antivalor amaestrado por el odio. Si se paga con la misma moneda nunca se acabará de pagar deuda alguna.

Por Fausto Cotes Núñez

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