En días pasados se ha comentado la decisión de contratar los estudios y diseños de la Avenida Primera, la carrera que iría paralela al río Guatapurí en su borde suroriental de la ciudad de Valledupar. Nos parece razonable esa, ya varias veces aplazada, consultoría y estudios de ingeniería por parte de la Gobernación del Cesar. Con ella se cerraría el anillo vial en el oriente, que en su parte occidental se viene ejecutando actualmente.
Nos parece que el hecho de hacerse de este lado del río, en su margen derecha, tiene amplios beneficios frente a la alternativa de hacerla de aquel lado en la izquierda, que podía tener mayores impactos ambientales, de costo, y de afectación a una irrigada despensa agropecuaria, tan próxima a la población .
El primer gran beneficio no es propiamente vial -en cuanto al tránsito mismo de vehículos- sino el ambiental, recreativo, de ordenamiento territorial, de prevención de riesgos y de mejora de vida de barrios marginados . Por eso dichos estudios deben abordar integralmente ese espacio vital.
Esa vía es una oportunidad de oro para trazar, demarcar y organizar espacios del anhelado Malecón del río Guatapurí -un parque lineal del orden de 10 kilómetros- cuyo ‘Plan Maestro’ fue formulado, y avalado por alcaldes sucesivos y opuestos (Socarrás y Uhía), en el trascendental estudio del BID- Findeter- Alcaldía de Valledupar de ya hace 10 años y que en parte se incorporó en el POT 2015. Sin duda la gran obra de Valledupar que debería anunciarse con ocasión de sus 475 años.
Aquel Plan Maestro recomendó la vía tipo turística de bajo tráfico , y es de suponer que se diseñe entonces con amplios bulevares peatonales y de ciclovías. El tema del tráfico es de manejo posterior, de regulación de tránsito, estableciendo, en su oportunidad, el tipo de vehículo y carga a transitar, pero en los soportes de la vía y capacidad es mejor, por razones prácticas y multifuncionales, ‘que sobre y no que falte’ sin dejar, insistimos, de darle importancia y relevancia a esos mencionados bulevares, amplios andenes para caminar, correr y ciclopasear.
También dará pie para identificar las áreas futuras que puedan ser materia de intervención y reasentamiento de viviendas y de conexiones viales, por ejemplo, al centro fundacional de la ciudad.
La vía se ha aseverado que también servirá de comunicación -con un nuevo puente- con los corregimientos del norte del municipio de Valledupar. Nos parece podría también complementar, ahora que el municipio de Villanueva, con sus contratiempos, construye y pavimenta una vía, cuyo tránsito fue de trocha ganadera, con el corregimiento de Badillo. La densificación vial es buena y sirve al campo y al desarrollo como nos lo vienen demostrando departamentos, aunque menos extensos, como el Quindío y el Atlántico.
El diseño y ejecución de la obra no debería ser óbice ni desenfoque para aquellas tan necesarias para la productividad urbana y el uso del tiempo ciudadano como la repavimentación de la Simón Bolívar, especialmente en el tramo entre las glorietas de la María Mulata y del Pedazo de Acordeón; y la propuesta de un par vial, cambiándoles el sentido y rehabilitándolas, de las actuales carreras 4a y 3a al atravesar el centro extendido de la ciudad.
Como se ve, hay cosas por hacer, y en su momento, por aplaudir y una de esas, para que el motor del progreso arranque con fuerza, es meter la primera.