No hallaba como iniciar esta nota por lo complicado del tema, muchos han hablado de él, pero lo cierto es que es demasiado complicado y escabroso tocarlo porque no tiene ni pie ni cabeza, es un agua mala que se desliza y causa terrible urticaria. A decir verdad, nuestro alcalde no tiene la culpa de la inseguridad que azota la ciudad, es un mal endémico producto de un estado anárquico, sin brújula, sin dirigentes que han venido conspirando contra los intereses del colectivo tiempo atrás.
¿Qué podemos hacer? … dejar de hablar tanta vacuencia, de generar documentos insulsos, de propuestas fatuas como la crear un ente para manejar la seguridad de la ciudad como si fuera esa la solución. Esto me hace acordar el cuento del marido que vendió el sofá cuando la mujer le era infiel. Aquí lo que se necesita es organizar un frente común de la ciudadanía, los gremios, sin ánimos politiqueros que rodeen al señor alcalde, al gobernador y producir eventos de juicio que coadyuven a mejorar las condiciones actuales en que se encuentra la ciudad.
Esta tarea no es de ellos es de todos. Exigirles a los distintos estamentos del Estado, primero que ejerzan autoridad y si no, que pidan su relevo. Se necesitan resultados. Esta acción, debe ir acompañada de tareas de gobierno, rápidas para mejorar los niveles de vida de nuestros ciudadanos.
El desempleo galopante, la falta de atención en los servicios de salud, educación y la desatención de quienes manejan nuestras instituciones para resolver problemas elementales que adolece la colectividad. Aquí no se puede acolitar el mototaxismo con ánimos populistas permitiendo que hagan y deshagan. Aquí todos necesitamos trabajar pero bajo la normatividad, de igual forma los vendedores estacionarios que tienen invadido el espacio público. ¿Quién carajos controla las entradas y salidas de la ciudad cuando todos los días entran y salen personas, mudanzas de toda índole y nadie pregunta para donde van o para dónde vienen?
Esta vaina no la arregla ni Tuto ni Franco y mucho menos los detractores de turno, los habladores en las redes sociales, sensores virtuales de ideas ajenas. Esta vaina necesita la solidaridad de todos, especialmente con nuestras autoridades, porque este dolor de ciudad que nos embarga es y debe ser, un propósito de todos.