X

Metáfora de vida

BITÁCORA

Por: Oscar Ariza Daza
Hoy regresa a casa Ana Catalina, se fue ayer a la clínica en la barriga de su madre para volver con los pulmones ensanchados  por el canto del viento, con sus ojos llenos de la luz que desde siempre  es la misma y con el propósito de echarse a andar en ese soplo de vida en el que sus padres la sostendrán  con amor y disciplina.

Se me ocurre que va a llegar distinta, más suave, más pequeña, con  manos grandes y poca nariz,  sonrisa de iwaraya y  una fábrica de alegría oculta en el lento brillar de los canarios, en la canción nostálgica del mochuelo y en los ancestros que van y vienen por su sangre. Cata enfrentará el reto de crecer de la mano de Dios y de padres responsables que moldearán la mente y el corazón de una mujer sensata y respetuosa de sus deberes y derechos.

Con la llegada de Ana Catalina se funda una nueva bendición, reinará la alegría de saber que la familia se agranda en la esperanza de ser cada día más unidos alrededor del afecto, la comprensión, los valores y del sueño de verla crecer alejada de las trampas de la vida que se esconden en  malas compañías,   tragos,  droga y muchas veces en el descuido de los propios padres como resultado de la vida moderna que cada día desnucleariza la familia ante la búsqueda de la prosperidad económica que impide en cierta forma compartir para corregir, hacer seguimiento continuo a los hijos para saber dónde y con quiénes andan, qué hacen, qué piensan, qué sienten y cómo manejan su vida fuera del hogar.

Ahora el arrojo de sus padres por generar todas las condiciones necesarias  para la crianza será mayor; requerirá esfuerzo económico, afectivo y espiritual, sin olvidar  con el paso de los años que son modelos a seguir e imitar de lo bueno y lo malo que hacen frente a los hijos; de allí que es fundamental que mantengan una coherencia entre lo que digan y hagan. Serán necesarios buenos consejos, con buenos ejemplos, para que no haya nunca lamentos como consecuencia de la débil formación, pues muchos padres durante toda la vida elaboran un rosario de quejas ante los errores de los hijos, sin percatarse que ellos mismos han indicado el camino a seguir.

Algunos se lamentan de cómo sus hijos toman, pero son ellos quienes le proporcionan dinero y carros para que lo hagan; en el peor de los casos se emborrachan delante de ellos y ponen a sus hijos de conductores mientras pierden el control de su lucidez producto de los tragos; otros estimulan el desenfreno sexual de los hijos varones, los enaltecen en público cuando tienen varias mujeres, sintiendo orgullo de que se formen en una mentalidad irresponsable frente al noviazgo, arguyendo que son jóvenes aún para sostener relaciones serias, como si la juventud fuera sinónimo de falta de seriedad en el amar.

Contrario ocurre cuando se trata de la hija, pues en ella se reprime su necesidad de sentirse amada; una joven con relaciones amorosas alternas es deshonrosa para la familia como si en ambos sexos no estuviera mal el poco compromiso con el amor serio y respetuoso.

La crianza fuerte en amor y disciplina los alejará de una errada formación que puede ser tan letal como la misma muerte, si no se orienta para el desarrollo de la  sabiduría espiritual, porque el hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre, dice uno de los proverbios bíblicos del rey Salomón. Ser justos y equilibrados entonces,  es una obligación que debe imperar en quien decide asumir la responsabilidad de criar.

Bienvenida Ana Catalina como metáfora de vida; una nueva oportunidad para reflexionar en el papel de padres, en el orgullo de ver crecer integralmente a los hijos desde bases espirituales y académicas que los hagan desarrollarse como ciudadanos ejemplares, libres de las cadenas de la muerte que muchas veces impone la modernidad y que los hijos  no saben evadirlas porque poco se les ha invertido en la autorreflexión, en la construcción de silencios, para que se encuentren con su interioridad y derroten las amenazas que hacen creer que la soledad no es necesaria para auto reconocernos en las debilidades y fortalezas, para poder enfrentarlas y vencerlas, no para esconderlas tras regalos costosos, ropa de marca, vehículos lujosos, licor, celebraciones exacerbadas y la permisividad, que resultan la peor arma de exterminio cuando no se genera conciencia de hacia dónde se va y qué se quiere con la vida.
arizadaza@hotmail.com

Categories: Columnista
Oscar_Ariza_Daza: