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Mes de Elul

“¡Yo soy de mi amado, y mi amado es mío!” Cantares 6,3

Hasta el 14 de septiembre, se celebra el mes de elul, último mes del calendario judío, dando inicio a la fiesta de Rosh Hashaná o principio del año nuevo 5776.

El verso del epígrafe es la declaración de amor de Dios por nosotros y de nuestro amor por Él. Las primeras letras de las palabras de este versículo en hebreo forman la palabra “elul”, una insinuación de la especial relación de amor que este mes trae consigo.

En el mes de elul, disfrutamos del mensaje de Dios que dice: ¡Yo creo en ti! Sin importar cuán lejos hayamos viajado en la dirección contraria, sin importar cuán malas hayan sido nuestras decisiones, siempre existe la posibilidad de retornar.

Uno de los desafíos más difíciles que encaramos en la vida es dejar de escapar para enfrentarnos a nosotros mismos honestamente. Es una tarea difícil, pero nos dieron un regalo maravilloso que lo hace más fácil, un proceso llamado teshuvá.

Teshuvá se traduce usualmente como arrepentimiento, pero literalmente significa darse vuelta, enfrentarnos a nosotros mismos honestamente y retornar hacia nuestra bondad innata. Y el mes de elul es un tiempo particularmente propicio para trabajar en ello. Es la posibilidad que tenemos de retornar, corregir y hacer cambios en nuestras vidas. Cuando entendemos este poder de la teshuvá, nada se puede interponer en nuestro camino. Podemos desafiar la fuerza de gravedad espiritual; podemos liberarnos de todas las cosas que nos mantienen deprimidos: la fuerza del hábito, la inercia mental y el pensamiento tóxico. Podemos convertirnos en mejores cónyuges, padres, y amigos. ¡Podemos cambiar!

La teshuvá valora las pequeñas modificaciones de comportamiento bien definidas y alcanzables. Esto nos  conducirá a grandes logros, tendremos éxito y no fracasaremos. Cuando se trata de cambiar, pensar en pequeño es pensar en grande.

Amados amigos lectores, el mensaje de la historia es que primero tenemos que hacer un esfuerzo por alcanzar nuestra meta, luego Dios nos extenderá su mano. Yo tengo que comenzar mi proceso de teshuvá y tengo que esforzarme, pero no estoy solo. Hay un ser más grande que me ama incondicionalmente y que quiere celebrar mi éxito.

Armados con el poder de la teshuvá, podemos enfrentarnos a nosotros mismos. No tenemos miedo porque sabemos que el cambio es posible. Nuestra pesadilla puede convertirse en un dulce sueño, en una maravillosa nueva realidad.

¿Cómo funciona? Estos son los tres pasos principales.

El primer paso es la confesión a Dios. En términos concretos, esto significa examinar nuestras vidas y admitir honestamente nuestros errores y la posibilidad de haber desperdiciado oportunidades de crecimiento. El propósito no es decirle a Dios algo que Él no sabe, sino  ayudarnos a recobrar nuestra identidad, a través de vernos tal como somos, y pedirle a Dios que nos ayude a curar el daño que  hemos hecho a otros y a nosotros mismos.

El segundo paso es el arrepentimiento, el cual supone una disociación de los patrones negativos al punto en que ellos sean desmitificados y repugnantes.

El arrepentimiento nos lleva a liberarnos de la prisión de la conducta auto-limitante. La culpa genera una parálisis, pero el arrepentimiento crea una redefinición.

El tercer paso es hacer cambios dentro de nosotros que sean tan reales que produzcan la desaparición paulatina de los patrones antiguos.

Recuerda: ¡Podemos regresar confiadamente, Dios nos está esperando!

Abrazos y bendiciones en Cristo.

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