Queridísimo lector muchas felicidades en la celebración navideña. Y en estos tiempos -afectuosamente- los invito a confirmar que debemos convivir en armonía, conservando en ejercicio de bondad y a flor de labios una agradable o esplendida sonrisa y ofrecer la magia de un afectuoso abrazo como fuente de amor y generosidad.
El tiempo navideño convida a reflexionar sí por ejemplo hacemos esfuerzos (siquiera) mínimos para mejorar nuestras interrelaciones y sentimientos para con nuestros congéneres en discordias. Repasemos velozmente lo que omitimos hacer para recuperar amistades y afectos estúpidamente perdidos.
Sin ambages intentemos -en el maravilloso tiempo de la Navidad- externar un gesto agradable con quien tenemos enojos para bregar por reconstruir una amistad en desconfianzas. La expresión simbólica de agrado entra por los ojos, por eso el primer paso hacia revivir los afectos es vivazmente asumir una actitud afable y convincente para superar las desavenencias.
¡Qué bien! En la primera oportunidad estiraré la mano para saludar y reconciliarme con mis adversarios. Estos días son ocasiones para las concordias entre los contrarios. No fallaré en el intento y no descuidaré en darles amables palabras de aprecio.
Lo que se deja hasta ahora aquí dicho y lo que se dirá enseguida se puede leer de un tirón y puede resultar entretenido, sin embargo, si se comparte debe volver a leerse, una y otra vez, porque “solo el conocimiento que se practica persiste en nuestro espíritu”. Recuérdese que es asombrosa la rapidez con que olvidamos.
Desde luego que aplicar todas estas indicaciones no es fácil, pero diré que puedo formar nuevos hábitos y empezaré por observar que una regla de las buenas relaciones humanas es el “deseo de ser apreciado”, en consecuencia, me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes.
Permítaseme repetirlo. Aprovecharé estos tiempos de Navidad para procurar acercarme con quien tengo diferencias. Y comenzaré con comentarios apreciativos y honestos.
Me esforzaré por mantener en mi rostro una sonrisa, pero hablo de una verdadera sonrisa, que venga desde adentro. ¿No tiene usted, ganas de sonreír? Bien, ¿Qué hacer? Uno. Esforzarse en sonreír. Dos. Proceda como si fuera feliz y eso contribuirá en hacerlo feliz.
El profesor William James enseña con pedagogía ilustrativa que “la acción parece seguir el sentimiento, pero en realidad la acción y el sentimiento van juntos; y si se regula la acción, que está bajo el control más directo de la voluntad, podemos regular el sentimiento, que no lo está”.
Una reflexión para cambio de actitud: “Navidad está siempre dentro de nosotros. Siempre que estrechemos una mano con cariño, siempre que escuchemos un hermano, siempre que trabajamos por los demás desinteresadamente, siempre que luchamos por una sociedad mejor, siempre que compartimos nace Jesús, nace Dios” ¡Es navidad!, época de transacciones mutuas.
-¡Que la Navidad nos invite a unirnos en un fraterno abrazo!- Ahora, como lector comparto lo que acabo de leer y con inexcusable propósito “honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año” y por eso simbólicamente pegaré esta hoja en el baño, para verla todos los días.
Finalmente no me aguanto la alegría de decirles: ¡Feliz, Feliz navidad para todos!