Aprovecho esta gran oportunidad, que me brinda éste prestigioso medio de comunicación social, que posibilita estar cara a cara con Ustedes, mis apreciados lectores. No quiero pasar por alto éste momento en el que se desea alegrías, felicidad, fin y comienzo de año y transmitirles un sincero mensaje de reconciliación. Necesitamos verdadera reflexión hacia nosotros, para luego extender esa actitud a los nuestros, los más cercanos; hagamos el ejercicio, los invito; no cuesta mucho.
Lo manifiesto, francamente, gracias a Dios y a Ustedes que han sido el motor que me impulsa a escribir, no es un cumplido. Algunas veces he tenido la columna lista para enviarla al periódico y me han motivado a realizar otra; no he tenido inconveniente; la satisfacción es de parte y parte. Quiero entender que ésta interacción que mantenemos, escribiendo y leyendo, sea un sendero articulado a trasegar la cotidianidad y estímulo para seguir ésta fascinante labor.
Ese es un mensaje que invita a asumir responsabilidades y compromisos, orientados a potenciar la sana convivencia; asumir nuevos retos para afrontar con conocimientos las múltiples dificultades y problemas que laceran a la sociedad; desarraigar las insanas costumbres, la prepotencia indebida, la deshonestidad, la intransigencia y otras conductas no apropiadas que lejos de contribuir, lo que hacen es encender la violencia, anarquía e impetuosidad; creando caos. Es urgente, prioritario y necesario encaminarnos hacia lo próspero y exponencial progreso para todos; de ésta manera, la sociedad podrá experimentar un cambio sustancial en todas sus manifestaciones; así florecerá un nuevo país ajustado al orden económico, político y con proyección verdaderamente social.
Con base en esta contextualización los ciudadanos de bien, debemos movilizarnos hacia la senda del bien, de lo justo, de lo provechoso. También, siempre actuar con generosidad de espíritu y bondad humana; esto traduce en grado superlativo valorar las buenas costumbres; refrendar el compromiso con los intereses del desarrollo y lo más importante continuar con ritmo ascendente; apertrechados en el indeclinable propósito de dar a la vida un contenido de servicio de carácter colectivo e integral. Debemos estar dispuestos con el ánimo y fervor de servir a nuestros semejantes, a la sociedad, entorno a lo importante, lo esencial, sustancial y fundamental.
Nuestro actuar debe al máximo, hacerse con abnegación, destreza, visión e inteligencia; impulsando así el emprendimiento de la transformación. Actuemos con un espíritu abierto al concurso de la historia para ver el futuro con optimismo y perseverancia. Nuestro diálogo a diario debe ser agradable, constructivo y elegante; cimentado en el intercambio de saberes y experiencias de vida, que den más vida; en síntesis es requisito indispensable multiplicar en contexto de viabilidad y factibilidad las oportunidades reales de servir a los demás; sembrando así una luz de esperanza colectiva; manteniendo rectitud en nuestras vidas, así cambiaremos el entorno, haremos diana; daremos en el blanco; apostémosle a eso, la misión: Apuntar bien.
De verdad quiero que este momento reflexivo y su repercusión favorable no sea pasajera; que dé frutos, verdaderos frutos con nuestro actuar, primero en familia y luego en sociedad. Nos lo merecemos.
Son muchas las expresiones que recibo a mi correo o teléfono, el cual averiguan, para entregar aportes, criticas, sugerencias; las recibo, las cuales me edifican y valoro; quisiera fueran más, con ellas he aprendido; lo reconozco, les agradezco.
jairofrancos@hotmail.com
Por Jairo Franco Salas