X

Memoria involuntaria

Por Mary Daza Orozco

A raíz de la muerte de Mandela, me acordé de la tragedia. Mencionaban los periodistas a Soweto, pero no hicieron alusión a lo que allí ocurrió.

Mi memoria se fue no a la vida del paradigmático líder, sino al recuerdo de un jovencito que murió por la libertad.

Cada vez que veía las imágenes de los homenajes al héroe sudafricano, Soweto llegaba haciendo ruido en mi cabeza, la memoria involuntaria de la que habla Marcel Proust en su obra‘En busca del tiempo perdido,’ cuando en el primer libro escribe: que al mojar una magdalena (ponquecito) en té, le llegan recuerdos de un pueblo en el que vivió. Así un olor, un hecho, una calle pueden traer con nitidez recuerdos de algo que se ha refundido en la memoria.

Héctor Pieterson tenía trece años cuando hizo parte de una manifestación estudiantil en Soweto, el dieciséis de junio de mil novecientos setenta y seis, se protestaba por nuevas leyes del apartheid, entre ellas que la educación se impartiera en afrikaans, estudiantes y profesores exigían el inglés (que era lengua de los blancos).

La protesta llegó a tener más de diez mil jóvenes y maestros, y mal contados murieron quinientos setenta y dos, el primero fue Héctor; su imagen agonizante en brazos de un compañero, al lado de su hermanita Antoinette, le dio la vuelta al mundo; mientras tanto Mandela estaba en la cárcel; pero, en 1992 cuando todavía no era presidente, inauguró un monolito en el Memorial de Héctor Pieterson y se instituyó el 16 de junio el Día de la Juventud, para honrar a los jóvenes sudafricanos y recordar la masacre, una de las más terribles del siglo veinte.

La historia la conocí y me apasionó cuando investigaba para un trabajo, que no he terminado, sobre las grandes matanzas, de las que no se ha escapado Colombia. Me estremeció tanto que busqué libros sobre el apartheid y mi esencia periodística me llevó a soñar con ir a Soweto.

Héctor se volvió un símbolo de la lucha de su raza, protestaba pacíficamente cuando las ráfagas de disparos de la policía cortaron su joven vida.

Encontré en mis averiguaciones,alusiones a lo terrible de la matanza, mujeres que recuerdan: “Muchos jóvenes murieron y no contentos los policías con todos los muertos, perseguían a los niños que habían escapado con vida y les disparaban en la oscuridad de la noche”.

La vida del jovencito ha sido llevada al cine, ha inspirado un museo cerca del lugar donde cayó herido, y ha sido objeto de tratados y relatos.

Héctor Pieterson un héroe pequeñito en edad, grande en la dimensión de su sacrificio. Lo recodé cuando debía escribir sobre Mandela, cosas de la memoria, involuntaria por supuesto.

Categories: Columnista
Mary_Daza_Orozco: