Mello Castro ganó con juventud, audacia, oportunidad para ubicarse como candidato alternativo erigido contra el desgaste y las denuncias de corrupción de la pasada Alcaldía y sus aliados; con sintonía con los desempleados, los pobres de los barrios y de los corregimientos, generalmente jóvenes; visitaba barrios donde dormía.
A esa población la atendería con nuevos programas y no con ostentosos escenarios de cemento, con seguridad, bajo la aureola de su abuelo Pepe Castro, un hacedor de la ciudad. Un David vencedor enfrentado a una formidable maquinaria y la energía de un potro desboca’o, que frenaba en seco a poner orden en la comarca. EL PILÓN antes de su posesión analizó lo que le esperaba a los vallenatos (Editorial ‘Qué nos trae Mello Castro’).
Mello Castro, electo, en su primera visita a EL PILÓN, a finales de noviembre, habló de prioridades en seguridad, movilidad, empleo e inversión social: “¡Claro que Valledupar puede salir adelante! ¿Quién dijo que no?”… El alcalde llegó pisando fuerte. “Queremos tener victorias tempranas, que podamos mostrar en los primeros 100 días”, frase que resume uno de sus compromisos, los que se trastocarían por el coronavirus.
En una segunda visita, ya posesionado, socializó apartes de las 20 conclusiones del consejo de seguridad del 26 de febrero, junto al ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo. El despliegue de 500 soldados del Ejército Nacional, un plan de acción integral en las “zonas de miedo” de la ciudad, la restauración de las cámaras de vigilancia, un programa pedagógico contra el consumo de estupefacientes, algunas de las estrategias definidas para disminuir la inseguridad.
Además de anuncios del departamento y Nación de una inversión de $30.000 millones en seguridad y la instauración de la Policía Metropolitana. A estas “victorias tempranas” se suma la formulación de un Plan de Desarrollo descentralizado, – actualmente en el Concejo-, la planeación del recaudo y la proyección de la financiación de obras inconclusas.
Pisaba el mes de marzo, y entró el país en modo coronavirus, en un atípico triste y silencioso abril vallenato, lo que alteró sus prioridades y se concentró en enfrentar la epidemia junto al gobernador, Luis Alberto Monsalvo, del que no se separó desde su posesión y con quien había visitado obras como La Casa en el Aire y el Estadio Armando Maestre Pavajeau.
No ha tenido pena, pues las cosas se le daban, incluso en el periodo inicial de la cuarentena, en los barrios, entregando mercados, no cuestionados como los de Monsalvo, pero al no tener interlocución con el Gobierno nacional y no dirigir en la región la salud pública, ni el laboratorio ni el primer hospital, el Rosario Pumarejo, ni la vocería, ni mostrar iniciativas propias y novedosas de cara a la crisis, ha perdido visibilidad y el buen ‘viento de cola’ que lo impulsaba. Superada la cuarentena tiene el reto de encabezar con las fuerzas productivas y sociales la recuperación económica, empezando por la aplazada Misión de Empleo, la identificación de obras fundamentales y una nueva agenda de gobierno.