El crecimiento significativo de la población, el cambio de su estructura, el proceso de envejecimiento y la creciente urbanización, son los principales eventos que anuncian el establecimiento de una megatendencia capaz de generar cambios globales de carácter estructural. Asimismo, la reducción significativa de las tasas globales de fecundidad, la menor presencia de población joven en las estructuras de población, el dinamismo de los procesos migratorios globales y el acelerado proceso de urbanización de los países en desarrollo, entre otros, proponen retos y desafíos de carácter global, que, por lo tanto, requieren respuestas rápidas e innovadoras de parte de los gobiernos.
De esta forma, podrían aprovecharse las oportunidades para el desarrollo que estén inmersas en estos fenómenos y, al mismo tiempo, prevenir futuras tensiones vinculadas con la distribución adecuada de recursos, la demanda de mano de obra, la generación de servicios y oportunidades para la población y otras cuestiones que ineludiblemente redundan en el bienestar de la población.
La población mundial experimenta un proceso de cambio, tanto en su estructura como en su dinámica. En 1960, la población mundial bordeaba los tres mil millones de personas; al inicio del nuevo milenio, 6.2 mil millones de personas, y en el año 2014, alrededor de 7.2 mil millones de personas. La División de Población de la Organización de las Naciones Unidas proyecta para los próximos años la continuidad de este patrón; en ese sentido, bajo un escenario conservador de fertilidad media, en el año 2030 la población mundial habrá superado los ocho mil millones, y al año 2050 los nueve mil millones de personas (United Nations, 2013)
Debe rescatarse que el aporte al crecimiento de la población mundial será diferenciado por regiones. Al respecto, los países de las regiones en desarrollo de Asia (principalmente China e India) y África aportarían un 60% del crecimiento proyectado, mientras que las regiones desarrolladas menos de 3%. Bajo ese escenario, al año 2050 el 54.1% de la población mundial será de procedencia asiática, el 25.1% del África, el 7.4% de Europa, el 8.1% de América Latina y el Caribe, el 4.6% de Norteamérica y sólo el 0.6% de Oceanía (United Nations, 2013).
Si bien se espera un incremento de la población mundial, la tasa con la que esta tiende a incrementarse sería cada vez menor debido a un descenso de la fecundidad. En efecto, al año 2050 se espera una disminución de la Tasa Global de Fecundidad (TGF), de 2.56 hijos por mujer en el periodo 2005-2010 a 2.24 niños por mujer para el periodo 2045-2050. En los países desarrollados se estima una TGF cercana a 1.8 hijos por mujer para el año 2050 (por debajo del nivel de reemplazo), mientras que en las regiones en vías de desarrollo se espera una TGF de 2.09 hijos por mujer; sin embargo, África Subsahariana será la única región que mantendrá una tasa global de fecundidad superior a tres hijos por mujer.
En contraste, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha manifestado su preocupación ante una posible falta de capacidad de la agricultura para producir la cantidad de alimentos suficientes para sostener a la creciente población mundial. Este panorama se configura en un contexto de cambio climático que podría generar dificultades en la disponibilidad de estos recursos para actividades como la agricultura y la generación de energía hidroeléctrica que, sumado a las nuevas fuentes de energía como los biocombustibles y otros, motivarían posibles escases de alimentos.