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Medio ambiente, por fuera de La Habana

El problema que tiene en ascuas al futuro de la humanidad es la crisis medioambiental de la cual mucho se habla, nada se concreta. Todos creen que es el lobo de Caperucita Roja pese a que hace años viene aullando y mostrando sus afilados dientes. Es patético el desequilibrio de la naturaleza: el deshielo de los polos y de los picos terráqueos, el calentamiento global, el anárquico régimen de lluvias y la esterilización de los territorios, entre otros fenómenos, no han convencido al mundo industrial, a los Estados y gobiernos determinadores de que este concepto requiere un tratamiento urgente. Incluso, parece que al hombre de a pie, poco le interesa el tema.

En nuestro caso local y regional, tenemos una prueba contundente: nuestro insigne columnista de EL PILÓN, Hernán Maestre, lleva años escribiendo cada semana sobre esta temática, con fervor reflexivo, preocupación y saber; sin embargo, no figura en el ranking de los más leídos según una encuesta nacional hecha recientemente. Tal vez, si escribiera sobre el jet set de la farándula o “paquitos”, tendría mayor lecturabilidad. Es el colmo de las preferencias colectivas.

El medio ambiente no hace parte de ningún modelo económico creado por la sociedad pero transversalmente los afecta a todos. Nadie protestó ni marchó porque en La Habana ese rubro no se hubieran tomado como punto central de la agenda; casi a nadie le han importado los intensos veranos que asolan a nuestra Guajira ni el desborde de los ríos en los periodos del fenómeno del niño. Solo entelequias político-religiosas se han escuchado para tapar el quid del problema.

La minería, que es un elemento perturbador del medio ambiente, no se examinó en La Habana; ahí hubiera sido Troya, nuestro modelo económico, que está montado sobre el lomo de esta, es intocable, no importa que la minería envenene nuestras cuencas y extienda las fronteras de la desertización. Hoy más de medio país está concesionado a las multinacionales mineras así las fuentes hídricas tiendan a desaparecer. Medio Cesar está tocado por el desierto y algunos municipios del norte y medio, tienen más del 50 % de sus territorios fuera de combate.

¿De qué vamos a vivir después del boom de la minería? Nuestro futuro es incierto como región y como país. Sin embargo, la dirigencia política de este país no habla de esto, electoralmente no es rentable, pese a que es una realidad, no una falacia; de fe tampoco podremos vivir.

Este tema no tiene credos ni colores como no lo tiene el oxígeno que respiramos. Al único que he escuchado exponer acerca de esta tragedia inminente es a Gustavo Petro, tanto en foros nacionales como internacionales; este no es un discurso político convencional, pero sí es una preocupación académica muy seria que todos deberíamos escuchar y compartir si queremos que la vida siga siendo una opción en este planeta, cuyo calentamiento se debe a las malas prácticas humanas, y no se trata de hacer terrorismo. A manera de curiosidad científica recomiendo escuchar a GP en YouTube.

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