Nuestra diversidad étnica local, permite observar de cerca los matices de acontecimientos históricos como el proceso de colonización a través de sometimientos y restricción de derechos, un gran ejemplo de ello es el mecanismo de “esclavitud perpetua” como reza la canción ‘Rebelión’ (Joe Arroyo).
Nuestro legado africano no sólo son tambores, ritmos, gastronomía, bailes y colores, que se desdibujan en la falsa creencia popular de la ascendencia europea, falta reconocer lo que le debemos a los africanos. Así, les debemos hoy mucho más que eso, sin desmeritar lo antes mencionado.
La efectividad actual del sistema se debe precisamente a los procesos históricos que parten desde el sometimiento en África, cuando vulgarmente los países europeos se dividieron este continente y fundamentaron una política de colonias para impulsar una revolución económica, lo que género que las víctimas de este proceso solicitarán protección y enviarán voces de alerta visibilizando la violación a los derechos humanos, son estos últimos los que permitieron que organismos como la Comisión de Derechos Humanos conociera de casos concretos, procedimientos que hasta ese momento eran improcedentes, puesto que solo se emitían informes de situaciones potencialmente violatorias de derechos refiriéndose a los Estados y no a personas; por ello, nuestras raíces negras lograron sin darse cuenta fundamentar el mayor mecanismo de protección de derechos humanos en el mundo.
El papel de las víctimas en todos los procesos de lucha por la reivindicación de los derechos es trascendental para que las sociedades mejoren sus esquemas y políticas públicas en pro de los derechos humanos, recordemos que los Estados se obligan ante la comunidad internacional firmando y ratificando los tratados internacionales como mecanismos de protección ante eventuales violaciones a los derechos y limitar el uso desmesurado de la fuerza.
No es suerte, tampoco coincidencia, que las sociedades impulsen proyectos de ley o mecanismos administrativos para promover la dignidad humana y libertad como eje fundamental de los derechos humanos, todo ello se debe a situaciones, luchas, resistencia con el fin de encontrar vías para un goce efectivo de nuestros derechos.
Por lo anterior y sintiéndome más negro que Blanco, celebro que Colombia hoy esté aprobando una ley, la cual sancione la atroz práctica de la discriminación racial y actos conexos, sin duda una forma de promover los derechos humanos reconocidos no sólo en la Constitución, sino en los sistemas regionales y universal de protección de derechos humanos.
Sin duda constituye un avance ejemplar en la búsqueda para erradicar por completo las prácticas, conductas, patrones que permiten que la discriminación subsista en nuestra sociedad, no es tarea fácil efectivizar todos y cada uno de las disposiciones legales, que en la materia se ejecuten, pero si demanda que los sectores, incluyendo el institucional, familias, sociedad civil organizada, activistas en derechos y demás actores evalúen las conductas que están permitiendo que este tipo de violencia se edifique.
Por José Luis Blanco Calderón