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Mary Daza, pionera de la literatura en el Cesar

En los eventos de conmemoración del Día de la Mujer es común en Valledupar que se resalten a las mujeres en la música vallenata, a las líderes sociales y a las emprendedoras, y eso es plausible; pero también, consideramos que es justo y necesario mencionar a las mujeres en la literatura, y entre ellas, la periodista Mary Daza Orozco que es la escritora cesarense más reconocida en el estético universo de la creación de novelas y cuentos.

Su entrada en el paraninfo literario fue en el 1986, con el cuento ‘Si lo hubieras dejado vivir’, ganador del primer concurso departamental del Instituto de Cultura del Cesar. Y el reconocimiento nacional empieza en 1991, cuando publica la novela ¡Los muertos no se cuentan así!, finalista en el Premio de Novela de Plaza y Janés. Tres años después ‘Cuando cante el cuervo azul’; para algunos críticos su mejor novela, es una prosa poética de profundidad humana y con el halo trágico como una tragedia griega. Dice la autora: “La historia de los actos violentos es mi propuesta estética desde cuando comencé a escribir mis novelas, pero tenía que matizarlos con metáforas y párrafos de profundo lirismo para que no se me convirtieran en unas novelas de horror”.

Luego publica otras novelas. Ahora nos regala un libro de cuentos y crónicas, que será presentado en el mes de abril. Fiel al pensamiento Jorge Luis Borges, Mary Daza Orozco, sabe: “Quien lee un cuento espera leer algo que lo distraiga de su vida cotidiana, que lo haga entrar en un mundo, ligeramente distinto del mundo de las expectativas comunes”. La primera parte, contiene nueve cuentos, donde la narrativa y la sensibilidad se entrelazan en la pasión imaginante y la fineza lírica. Es variada la temática de los textos, y es muy oportuna esta reflexión de José Emilio Pacheco: “El cuento es el género narrativo más antiguo y más nuevo. En él todo se ha hecho y todo está por hacerse”.

La segunda parte del libro son las crónicas de viajes. Testimonio de los recientes viajes con sus tres hijos, Clarisa, Silvana y Ciro José. Ella, a quien su padre le enseñó la fantasía de viajar a través de los libros, viajó con un mapa en blanco, fue tomando notas y al regreso los pinceles de la memoria empezaron a llenar de letras y colores las páginas blancas. Mary evoca a la escritora cubana Zoé Valdés, y el título de uno de sus libros: ‘La eternidad del instante’. En el regreso, siente que fue instante en que demoró allí, pero se volvió eterno en los recuerdos.

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