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Marx, y el marxismo (II)

Marx es un autor emblemático. No ha dejado de estar presente en la historia de la filosofía del conocimiento, de la política, de la economía, de la sociología, desde cuando comenzó a escribir hasta nuestros días. Todas estas disciplinas las aunó en su pensamiento para hacer de ellas no una interpretación de la historia del mundo sino una acción para transformarlo, según su afirmación. Por tanto, la filosofía que pensó la volvió acción política. 

Su filosofía afirma que todo cuanto se insinúa como estable, como fijo, encubre un poder concreto; que todo lo que se presenta como un estatus, es el fruto de una época, y sólo eso, por consiguiente, es resultado de un interés, interesado- valga el pleonasmo.

Considera que la tarea de la filosofía es una para desmontar,  desmantelar,  lo que se muestra  como verdad, y así propone una realidad  alternativa a la verdad convencional.

Marx repiensa  o replantea la dialéctica de Hegel, pues no separa la teoría de la práctica, las cuales conforman dos polos de una misma unidad. Sin embargo, su dialéctica no es idealista, como la de Hegel, sino materialista, aunque ambos coinciden en lo mismo, esto es, en encontrar la lógica de las cosas. Dice, por ejemplo,  que no se puede hablar del ser y la nada, sin hablar al mismo tiempo de los que poseen y de los desposeídos- metáfora- pues son figuras interdependientes, que conforman una misma estructura.

Su filosofía dialéctica es un sistema que ofrece los fundamentos de la comprensión de lo real, repensando su estructura. Por tanto, la dialéctica no es sólo un método sino una propuesta ontológica, esto es, la de la realidad misma, porque la dialéctica está en lo real, no en la mente humana.

En ambos, el pensamiento se propone encontrar la autonomía de la sustancia, pero la dialéctica marxista nos plantea una mirada diferente de ella (la sustancia),  y va a demostrar que en la realidad ésta existe de modo complejo y distinto a como la percibimos a simple vista y la historia de la filosofía tradicional ha enseñado.

Esta filosofía ha enseñado, desde Aristóteles que, por ejemplo, la idea de mesa (cosa o sustancia) tiene su particular ADN, compuesta de materia y forma.

En el siglo XVIII Kant pone en crisis esta idea de sustancia y afirma que ésta es lo que es y no otra cosa, como si la esencia de ella estuviera en su afuera y no en su interior.

Para Hegel, verbigracia, la idea de padre no se entiende sin la idea de madre y viceversa.

En cambio, Marx, aplicando la dialéctica de Hegel,  pero superando su síntesis o negación, y denominándola Materialismo Histórico, aplicada a la historia de la humanidad, dice, con otra metáfora: si hay un padre y una madre, hay un amo y un esclavo, que existen con interdependencia entre sí, cuya solución es una nueva realidad, no como síntesis negativa de una afirmación, sino como superación del conflicto existente entre los extremos.

En su libro El Capital, plantea que la superación dialéctica de la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, es la sociedad comunista.  

Rodrigo López Barros

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