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Marina del Socorro y Leandro

Por: José Manuel Aponte 

Juan José Arzuaga y María Concepción Mejía conformaron el hogar pacífico, donde nació hace más de 80 años Marina del Socorro, una de las mujeres más bonitas que ha dado La Paz, que ha sido semillero de mujeres hermosas.

Marina del Socorro se crió rodeada de abundancia y riqueza, pues Don Juan era rico ganadero; ella en su juventud era una hembra espectacular, fina de figura y de modales, alta y esbelta que cuando iba a misa los domingos, no hacia sonreír la Plaza San Francisco sino que la ponía a temblar con su armónico y juicioso taconear y a los jóvenes de la época los tenía con la babita afuera, todos botaos por la sin igual hembra que no era fácil de conseguir y más bien poseída de su belleza y gran capital los miraba por encima del hombro, como gallina que mira sal, hasta cuando apareció su tate quieto, iniciando un intenso romance que terminó en una suntuosa boda en 1951, ella de escasos 20 y él con 26 muy bien vividos.

En 1948, Marina del Socorro ya era novia del famoso fulano y a raíz de un pleitico dejó de verlo como un mes, se puso flaca y Don Juan resolvió mandarla a su finca Los Guasimitos, ubicada en El Desastre, a orillas de la cordillera del Perijá, con río a bordo y buen clima.

Un día estando Marina del Socorro en el portón de la finca a orillas del camino, se le acercó un hombre raro, pues era ciego y tenía los ojos blancos, que llevaba un burro jalado por un lazarillo, un muchacho como de 15 años, cargado de tabaco fresco y se le presentó manifestándole que él era Leandro Díaz, que vivía en Tocaimo e iba a vender el tabaco de su tío a Codazzi, que le contaron que ella estaba en Los Guasimitos y resolvió conocerla. Leandro, galante, le dijo como si la estuviera viendo: me habían dicho que usted era bonita, pero se quedaron cortos, usted es una mujer excepcional, bella entre las bellas, con razón es que Rafael, a quien no conozco, está más tragao que Jonás con la ballena, cuándo me lo presenta, le preguntó, y gentilmente se despidió y se fue.

 Marina del Socorro se lo contó a Rafael con quien había reconciliao y este al día siguiente le comentó a Ovidio Ovalle, y a Andrés Becerra, quienes con sombreros texanos, pistolas al cinto y cananas llenas de balas, como yo lo había visto en Manaure, emprendieron viaje por La Pileta a Tocaimo y en la finca La Lidia de propiedad de la familia Ovalle y con un sancocho de gallinas criollas, se conocieron Rafael y Leandro Díaz.

Ya Rafael era famoso y Leandro apenas con la Loba Ceniza y los Tocaimeros era desconocido, pero a partir de ese momento, Rafael se lo metió en el corazón y luego llevó a Toño Salas, extraordinario acordeonero de la dinastía Zuleta, pues era hijo de la Vieja Sara y con Leandro hizo el dúo que ha tenido más duración en la historia de la música vallenata.

¿Ya habrán adivinado ustedes, que Marina del Socorro no es otra que la famosa y todavía bella “Maye” esa, a quien Rafael Escalona le cantó tantas y tantas veces?.

Por razones de salud no pude asistir a los actos funerales del maestro Leandro Díaz, pero sepa Ivo, su señora  Ruby, sus hermanos y mamá que me dolió profundamente su fallecimiento y que con ellos comparto su dolor.

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