Miles de familias que habitan en los barrios subnormales de la margen derecha del río Guatapurí, permanecen en la completa miseria, en medio de la ruina, abandonados por el Estado.
En esta zona, de reserva forestal y de alto riesgo, por posibles estragos que pueda causar el río, el Gobierno no puede invertir un solo peso.
En barrios como Pescaito, Zapato en Mano, Nueve de Marzo, La Esperanza, Camilo Torres, Canta Rana, El Paraíso y 11 de Noviembre, entre otros, son pocas las oportunidades de trabajo que tienen sus habitantes. Unos por sus condiciones de no tener formación académica y profesional, otros de haber sido desplazados por la violencia, y para sobrevivir tienen que dedicarse a actividades informales, de trabajo forzado y otros que buscan el dinero fácil cometiendo actos ilegales.
Aunque estas familias que habitan cerca del centro de Valledupar, carecen de los mínimos servicios básicos como acueducto, alcantarillado, fluido eléctrico, gas domiciliario y pavimentación, entre otros, porque las empresas que ofrecen esos servicios no los prestan debido a que son sectores ilegales, y quienes tienen el privilegio de contar con estos, se conectaron de manera ilegal.
Para las necesidades fisiológicas algunas familias las hacen en el monte, otras en sus mismas casas, pero con la tubería de los baños conectada a una acequia que bordea a esos sectores vulnerables y de extrema pobreza.
Muchas personas que habitan estos barrios, para bañarse, lavar la ropa y para otros quehaceres en sus casas, se proveen de agua desde el río Gutapurí, porque no tienen la conexión fraudulenta con el tubo madre que pasa por la carrera tercera, sector donde funciona la Permanente Central de Policía.
Aunque algunas de estas familias vulnerables, en su mayoría fueron reubicadas en otros sectores de la ciudad para que la zona se convierta en un parque natural, han retornado a vivir en la miseria, luego de vender la casa que les había otorgado el Municipio de Valledupar.
Puntos de vista
Eloisa María Rosado, residente. Estamos totalmente abandonados por el Estado, porque aquí no quieren invertir y estamos a la espera de un nuevo plan de reubicación de las familias que vivimos aquí desde hace mucho tiempo.
Ivón Arzuaga, residente. Vivimos en medio de la inseguridad, necesitamos que las autoridades hagan presencia, para acabar con esa malandrera que está azotando a la gente de este sector marginado.