Yo sí marché, y marché porque me mamé de la violencia y que unos cuantos malvados vengan a acabar con la tranquilidad de mi pueblo. Marché porque Valledupar me duele; levanté la voz en contra de los violentos. Marché porque duele ver a Valledupar convertida en territorio de guerra; que maten los sueños e ilusiones de los jóvenes. Marché porque creí en la iniciativa de un grupo de muchachos, que visionaron una gesta donde veían a todo un pueblo gritando “No más muerte”.
Esos muchachos tocaron puertas, visitaron medios, hicieron llamados y suplicaron apoyo para que su grito tuviera eco. Poca gente acudió al llamado. Los escépticos, incrédulos y apáticos no asistieron, no ven productivo perder el tiempo en una marcha. La marcha no era política, por eso no hubo respaldo de los señores políticos; no hubo un pronunciamiento de los partidos. Los concejales, por ejemplo, brillaron por su ausencia, hoy la preocupación es salvar su curul; eso sí es importante. Una marcha en contra de la violencia en Valledupar no les garantiza salvarse de la Procuraduría.
No acudieron los diputados, tampoco los congresistas del Cesar, ¿Será que la violencia y la “percepción” de caos social que tiene Valledupar y el Cesar, no es importante para nuestros congresistas? Una simple marcha no soluciona nada, esa puede ser la respuesta a su ausencia; pero además de no marchar, ¿Qué están haciendo los señores políticos nuestros? ¿Dónde los resultados?
Las inquietudes están sobre el tapete. Esperaríamos respuestas, resultados; como los exigidos al señor alcalde en la plaza Alfonso López, donde culminó la marcha.
La marcha no tenía tinte politiquero, por ello los líderes comunales no asistieron. Asombro nos causó saber que los jóvenes se entrevistaron con algunos presidentes de juntas de acción comunal para recibir su apoyo y ante este clamor, la respuesta se basó en lo que se tenía para ofrecerles: transporte, refrigerio, etc… Las mismas mañas de recibir dadivas por su “aporte”, su mal llamada gestión. Increíble.
Seguir en las mismas, también es violencia. Patrocinada y generada desde nosotros, desde nuestro sentir. La indiferencia y el individualismo son crueles, tan crueles como la violencia misma. Aplaudo a los jóvenes, la tarea de hacerle tomar conciencia a la permisibilidad de la gente indolente es muy compleja. No se pueden quedar a mitad de camino, hay que enseñarle a toda una sociedad a no darle la espalda a tan cruda realidad vivida hoy por Valledupar. Seguir clamando no más muerte.
También se debe aclarar que la marcha no tenía un dedo inquisidor en contra del alcalde y su equipo de trabajo. Señor alcalde que bueno que hubiese marchado con los jóvenes, con su pueblo, que clama paz. Hasta el megáfono se le hubiese prestado. Que la violencia se vaya del Valle… Sólo eso.
Por Eduardo Santos Ortega Vergara