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Manos limpias

Por Aquilino Cotes Zuleta

Varios amigos se reunieron con mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan, en sus acostumbradas tertulias en Valledupar, para hablar de diversos temas y como siempre a mí me tocó grabar sus intervenciones para luego producir documentos como este.

Tío Chiro abrió la tertulia al referir que hay una inmensa brecha entre la pobreza y la riqueza. Todo comenzó porque alguien manifestó su preocupación por las extravagancias y avaricias que produce el dinero.

Uno de los presenteshabló de un amigo suyo, en Valledupar, quien acostumbraba ir a su finca –todos los días, en la madrugada- para ver ordeñarsus vacas, porque desconfiaba de sus trabajadores y hasta “tocaba” las gallinas para saber si ese día iban a poner y contaba las naranjas del palo de naranjo.

El día menos pensado murió en un recorrido a su hacienda y desde entonces todo cambió para los trabajadores, porque los hijos comprendieron que todo se quedó en la tierra y nada se llevó el muerto.

Un segundo contertulio se refirió a un empresario cesarense quien prácticamente ni el suelo quería pisar, hasta que una noche –mientras dormía en su alcoba de 10 metros cuadrados- le cayó encima una lámpara escocesa que había comprado en Francia, y lo mató.

Otro de los presentes contó que aquí en Valledupar y pueblos cercanos han ocurridos desgracias humanas porque el familiar que puede ayudar a su pariente se aferra a sus bienes y a su dinero y prefiere gozárselo y vacacionarlo  antes de tenderle la mano al prójimo, sin embargoal final es sepultado (a) sin un peso, con los bolsillos limpios.

Incluso, se comentaron las excentricidades de muchos políticos cuando muestran sus manos limpias antes de comenzar sus gestiones públicas, pero a lo poco cambian de carro, de celular, casa, amigos y hasta de mujer (o marido si es mujer) y compran fincas.

Uno de los contertulios recordó que hace poco falleció un hombre riquísimo en Japón y dejó un testamento en el cual ordenaba que toda su fortuna debía ser repartida de manera equitativa  para las familias más pobres de su ciudad.

Inclusive, se cumplió su voluntad durante el sepelio, porque antes de morir ordenó pagarle a seis de los mejores médicos especializados del mundo para que cargaran su ataúd hasta el cementerio,para demostrar que la ciencia médica nada puede hacer y no valen los millones, las casas, las vacas, el oro, el poder político, el poder de las armas ni el orgullode nadie.

Varios de los familiares del  acaudalado japonés caminaron detrás del féretro con millones de yenes japonesesrepartiéndoselos a los asistentes, mientras que el  ascético difunto llevaba las manos abiertas,  afuera del ataúd, en señal de que se iba con las manos limpias. Hasta la próxima semana. 

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