Este manifiesto recoge las preocupaciones del foro sobre transición energética de mayo en Valledupar y procura una transición justa, gradual, compensatoria y basada en datos y no en relatos dogmáticos.
Pretende ser un llamado, desde la ciudadanía, al presidente Gustavo Petro para garantizar una transición energética que no deje a nadie atrás y que parte de una conclusión: sin plata, sin institucionalidad y sin instrumentos de política pública no hay transición y sin los recursos de la explotación del gas, carbón y petróleo la transición es inviable.
Y esto es con datos: el mundo consumió en 2023, 8.344 millones de toneladas, de las cuales Colombia, un don nadie en el mundo del carbón, aportó 57 millones, el 0,68 %. En otras palabras, el mundo no depende del petróleo y carbón colombiano, pero Colombia sí depende del petróleo y carbón que produce.
Otros datos: Colombia genera el 0,6 % de los gases del mundo pero los combustibles fósiles representan 20 % de los ingresos fiscales, 35 % de la inversión extranjera, 40 % de las exportaciones, 5,6 % del PIB y el 80 % de regalías.
La transición debe afrontar el cambio climático, el efecto invernadero y al mismo tiempo, dar respuesta a las crisis económicas y al progreso de los países y territorios en vía de desarrollo. Ese es su desafío. Y en este marco, el manifiesto es un llamado al gobierno para abordar los siguientes puntos:
Primero, necesidad de un Fondo Económico para la Transición Energética Justa. Es imperativo establecer un Fondo Económico para la Transición Energética Justa, destinado a mitigar los efectos negativos del desescalonamiento en la producción de carbón e hidrocarburos y, también, a incentivar la diversificación y reconversión productiva y la adaptación al cambio climático. Este fondo estaría orientado a apoyar a los departamentos y municipios más afectados.
Segundo, el Cesar y La Guajira son los más afectados con la medida de abandonar la explotación de carbón pero a la vez, pueden ser el principal motor de la transición energética por sus recursos de energía eólica, solar, cobre y gas. Prohibir las exportaciones de carbón a Israel es un desacierto; Israel o mejor, el mercado, en 5 minutos reemplaza nuestro carbón. Otras empresas y otro país se quedan con el negocio y Colombia sin la plata. Y lo del Pacto por el corredor de la Vida con los municipios mineros del Cesar es más de lo de siempre: blablablá.
Tercero, el Gobierno nacional debe presentar un análisis costo-beneficio de los impactos por no contratar más áreas para la exploración y producción de petróleo y carbón.
Cuarto, falta un plan para la transición. No se ha presentado un plan concreto para la reconversión ni productiva ni laboral; tampoco de exportaciones ni de diversificación y transición de ingresos fiscales y regalías para las regiones; ni mucho menos, de diversificación energética que garantice la soberanía energética.
Y quinto, Colombia debería seguir desplegando las energías renovables al tiempo que explora y explota gas, petróleo y carbón.
Por Enrique Herrera
@enriqueha