Valledupar es considerada una de las ciudades más arborizadas de Colombia y, prueba de esto, son los miles de árboles de mangos plantados por toda la ciudad, los cuales, como producto de consumo podrían ser explotados con fines comerciales. A nivel cultural, es mundialmente reconocida por los aportes creativos y artísticos que tiene el Festival de la Leyenda Vallenata dentro de las principales actividades de la economía naranja del país. Veamos entonces, como los dos pueden convertirse en el activo más importante de la ciudad.
Con respecto al mango, es necesario precisar que India lidera la producción de mango con 16.337.400 toneladas, esto es el 42,3% de todo el mercado. Colombia ocupa el puesto 20 con 243.375 toneladas producidas al año, el 0.68% del mercado mundial (Faostat, 2012). Mientras que de las nueve zonas productoras de mango del país, el departamento del Tolima encabeza la lista con el 33,81% y en el último lugar aparece el cesar con solo el 3.62% del mercado interno colombiano (SIOC Minagricultura, 2016).
El colectivo Rana dorada y MinCultura, indican que en Valledupar existen 11 variedades de mango. José Dagoberto Poveda, ingeniero agrónomo, afirma que en la ciudad están sembrados unos 70.000 árboles de mango, que plantados de manera organizada, serían unas 700 hectáreas con la capacidad de producir 5.600 Ton/cosecha. Si consideramos que el precio por tonelada es de $400.000 pesos el valor de la cosecha sería de unos $2.240 millones (Las fronteras cuentan, 2017).
En el mismo informe, Poveda afirma, que un 25% de ese mango se pierde (pudre), otro 25% es consumido por los ciudadanos y el 50% restante es recolectado sin ningún control para luego ser llevado a otras ciudades, quienes se benefician del procesamiento y valor agregado que dan a productos derivados del mango, mientras que el balance para la ciudad es cero.
Las actividades cuyo valor esta determinado por el contenido de propiedad intelectual entre las que encontramos arte, cultura, diseño, moda, turismo, patrimonio ancestral, fiestas, festivales, así como la música, la publicidad, la arquitectura, los videojuegos o los espectáculos, diseño de software entre otros, hacen parte de los que conocemos como economía creativa o naranja. Este fenómeno que busca armonizar la relación entre economía y cultura, es un sector en constante crecimiento. De acuerdo al informe del “Cultural Times: The first global map of cultural and creative industries”, la economía naranja representan un 3% del PIB mundial, y es una fuerza laboral de 29,5 millones de personas. Además, las industrias culturales y creativas (ICC) generan ingresos por US$2,25 billones, superando a toda la industria automovilística de Europa, Japón y Estados Unidos. (UNESCO, 2015).
El Festival de la Leyenda Vallenata (FLV), sin duda alguna, es la actividad de economía naranja más importante de Valledupar. Durante la versión número 51 del FLV se inscribieron 6.952 personas a los distintos concurso programados (FFLV, 2018). A estos, se sumaron 1.216 músicos integrantes de las 76 agrupaciones musicales presentadas en los distintos eventos, conformando una fuerza creativa y artística de 8.168 personas. Ahora, si los organizamos como árboles de naranja, tendríamos alrededor de 82 hectáreas de cultura y creatividad sembradas en la ciudad.
Este cultivo cultural genero 396 horas de entretenimiento entre concursos, shows musicales, cabalgatas, teatro, bailes y desfiles tradicionales. Todo este contenido fue consumido por cerca de 256.000 mil espectadores asistentes a los eventos organizados por empresarios privados y la Fundación Festival de la leyenda Vallenata. El valor estimado de la taquilla (cosecha) fue de $25.510.508.000, lo que representa un rendimiento por hora (tonelada) de $64.258.207. Todo esto, sin incluir lo generado por hotelería, transporte, gastronomía y demás sectores asociados a los bienes y servicios demandados antes, durante y después del festival.
Al comparar, el mango y la economía naranja de la ciudad, podemos decir que, para que el primer recurso logre generar los ingresos del segundo, es necesario sembrar 708.625 árboles de mango en 7.086 hectáreas y obtener una cosecha de 63.776 toneladas de mango, esto convertiría al Cesar en el segundo productor de mango del país y le permitiría a Colombia pasar del puesto 20 al 18, con el 0,85% del mercado mundial de mango.
Sin embargo, dedicar todo el esfuerzo a este solo cultivo, representaría un incremento en la demanda de agua, tierra y otros recursos necesarios para alcanzar este nivel de producción, con lo que estarían en riesgo otras cadenas agrícolas y la diversidad en el suministro de alimentos para la población. Mientras que, para que la economía naranja, refleje la importancia que tiene en el PIB de la ciudad y/o su participación del mercado nacional y mundial de ICC, se hace necesaria una adecuada gestión de la información generada por estas actividades, desde lo económico, social, creativo y ambiental.
Así como la mayoría de los recursos del mango migran y son aprovechados en otras partes, a la economía naranja de Valledupar le podría pasar lo mismo. El famoso filósofo de management Peter Drucker piensa que la innovación es “Encontrar nuevos o mejores usos a los recursos de los que ya disponemos”, la pregunta es ¿cuál es el uso que le debemos dar a nuestros recursos? En el caso del mango, se podría decir, que las dificultades logísticas en la recolección de la fruta, es una de las razones por las que no se ha podido desarrollar un emprendimiento alrededor del mango en la ciudad a pesar de contar con la materia prima necesaria. Respecto a la economía naranja, se debe trabajar con un sistema de información que trasforme todos los datos en conocimiento, que ayuden a minimizar la fuga de creativos y talentos a otros lugares, que los bienes y servicios artísticos de contenido creativo sean producidos en su mayoría por empresarios locales, para que se genere crecimiento económico y empleos producto de una cadena de valor del sector fortalecida.
En conclusión, tanto el mango como la economía naranja son un activo de la ciudad. El desafío esta en usar la economía naranja como canal para aprovechar la riqueza alimenticia, turística y ambiental que representa el mango y, al mismo tiempo, promover la inclusión social y económica por medio de la diversidad cultural y creativa de Valledupar.
Por Fabián Dangond Rosado