Betulia Fernández, tiene 60 años, no tiene Facebook ni Instagram, pero sabe que estas aplicaciones tecnológicas le están trayendo un cambio trascendental a su pueblo. Ella es una ama de casa, reside en la calle central, y se convirtió en vendedora de almuerzos, por lo menos de forma temporal, en el manantial que brota de las estribaciones de la Serranía del Perijá y que abastece de agua a Cañaverales, corregimiento del municipio de San Juan del Cesar, en el sur de La Guajira.
Betulia me dijo que nunca pensó que esa maravilla natural con la que ha convivido la mayor parte de su vida iba a ser tan admirada como ocurre desde hace algunas semanas. “Traje un arroz de pollo y lo vendí todo, porque llega mucha gente”, contó mientras caminaba de regreso a su casa.
En el pequeño paraíso encontré a Andrés Jiménez, un comerciante paisa radicado en Maicao, que luego de dos horas y media de viaje hasta San Juan del Cesar, y media hora más hasta Cañaverales, llegó al sitio encantador que vio en las redes sociales.
“El agua, el paisaje muy natural todo, vine porque me pareció muy bonito cuando lo vi en Facebook”, dijo antes de zambullirse.
Cómo él cientos de personas han tenido que realizar una verdadera travesía para llegar a este oasis ubicado en medio de un bosque seco tropical de 975.7 hectáreas en estribaciones de la Serranía del Perijá, puesto que debió atravesar la finca Las Delicias, en la que los días de alta concurrencia se convierte en una especie de peaje porque un grupo de lugareños se agolpa en la entrada al predio y no permite el ingreso de vehículos -“solo entran los que autorizan los dueños de la finca”: dijo uno de los improvisados porteros-, por lo que los turistas deben caminar más de un kilómetro a través de campos con vacas pastando y empedrados senderos en los últimos 300 metros, mientras que otros prefieren pagar dos mil pesos a los mototaxistas del pueblo; los jóvenes conductores hacen su agosto al igual que los cuidadores de carros, nunca habían tenido tanta clientela en su vida, como ocurrió el pasado puente festivo.
El impacto económico es palpable, es un pueblo cuya gente siempre ha vivido de la agricultura y antes del cierre de la frontera del contrabando de gasolina venezolana, pero hoy afrontan un movimiento que los abruma, el turismo.
Para viajar a Cañaverales hay que tener en cuenta que es una población de gente tranquila y amable, no hay presencia de la Policía, y la vía está en buenas condiciones pero son peligrosos los sobresaltos que obligan a reducir la velocidad a los conductores, que logran ver estas moles de concreto sin pintura reflectiva, un peligro para cualquier suspensión.
Pero el recorrido vale la pena, al encontrar los árboles de ébano, guayacán y carreto que resguardan del sol a la lenta corriente de agua cristalina que en algunos tramos se torna verdosa por polvillo que arrastra de las orillas, tono que se hace más intenso con el alboroto de los bañistas.
La falta de fuerza pública y los caminos de herradura, tal vez eso mantuvo alejada por muchos años a la muchedumbre de este manantial, y así ha logrado sobrevivir, porque los lugareños me aseguraron que otras fuentes de agua similares han desaparecido.
En el sitio de donde brota el manantial está prohibido bañarse, una cinta amarrilla delimita la zona en la que se permite la presencia de bañistas, para evitar que estos contaminen uno de los brazos del cuerpo de agua que va hacia el acueducto corregimental.
A 250 metros sobre el nivel del mar, dentro de la subcuenca del río Cañaverales, está este segundo tesoro descubierto recientemente en La Guajira, luego La Junta, corregimiento que con el boom de la telenovela de Diomedes Díaz, se convirtió en uno de los más turísticos. Sin con La Junta se habla de la ruta del ‘Cacique’, en esta zona se podría montar la ruta del compositor Hernando Marín, por su cercanía con el corregimiento El Tablazo; la de Jorgito Celedón por su cercanía con Villanueva; la de Silvestre con Urumita y así con otras poblaciones de la antigua Provincia de Padilla, cuna de grandes compositores y juglares del folclor vallenato.
Los cañaveraleros como Betulia esperan que las redes sociales, de las que poco conocen, ayuden también a promover sus riquezas culturales, como son las fiestas de San Isidro Labrador que se realizan en mayo y el Festival de la Agricultura y la Guitarra, en diciembre, para así salir del olvido estatal en el que se encuentran.
¿Sabía usted que…
La Corporación Autónoma Regional de La Guajira, como principal autoridad ambiental del departamento, declaró la reserva forestal protectora del manantial de Cañaverales y así quedó terminantemente prohibido la realización de todo tipo de actividades de exploración o explotación minera; sólo se permite la obtención de los frutos secundarios del bosque en la forma como lo define su plan de manejo?
Por Martín Elías Mendoza