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MANÁ DEL CIELO

“Al vencedor le daré a comer del maná escondido…” Apocalipsis 2,17
Durante su travesía por el desierto, Dios hizo llover pan del cielo, el pueblo salía y recogía diariamente la porción de un día. Comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán y comieron de los frutos de la tierra, entonces cesó el maná.

En el texto del epígrafe, Jesús promete a la iglesia de Pérgamo el maná escondido. De aquí surge una lección vital: la fuente de nuestra provisión debe ser los recursos de Dios. Cristo quiere que dependamos de sus recursos, garantizándonos provisión suficiente.

En el Arca de la Alianza, también había guardado una vasija con maná, como testimonio de que el hombre había menospreciado la provisión de Dios. Seguramente a eso hace referencia la promesa del maná escondido; así que, en Cristo tenemos el cumplimiento de provisión del maná que fue apartado para un día futuro. La presencia de Cristo es toda la provisión que necesitamos, es nuestro maná escondido para el viaje de la vida. Jesús se describe a sí mismo como el maná que vino del cielo, en referencia a los milagros de provisión durante las jornadas de Israel por el desierto; queriendo así decir, que Él es el cumplimiento ultimo de esa provisión.

Vivir en Cristo, es reconocer que Él es la provisión para todas nuestras necesidades. El maná caía en forma de roció como una escarcha sobre la faz del desierto, durante la madrugada cuando todos dormían, caía cuando nadie podía hacer nada. La provisión vendrá cuando descansemos y dejemos que Dios se encargue de todo lo nuestro.

Si la provisión llegaba durante la noche, en forma de rocío y de manera imperceptible al ojo humano, es posible que la provisión de Dios también llegue en el momento en que todo esté oscuro. Aunque no podamos ver el mañana debido a la oscuridad, Dios está trabajando y preparando la provisión que nos entregará.

Amados amigos, orar en el nombre de Jesús, nuestro maná del cielo es confiar que nuestra provisión será una porción continua. Elías el profeta, escondido en el arroyo Querit, fue sustentado por cuervos enviados por Dios. Cuando el Señor provee su maná del cielo, no hay lugar demasiado inaccesible o solitario para que él pueda actuar. Él saciará siempre nuestras necesidades.

Mi invitación es a que miremos alrededor y veamos el cumplimiento de sus promesas de provisión. Las bondades de Dios están siempre presentes también de manera imperceptible. Seamos agradecidos, mientras disfrutamos de la provisión del maná del cielo.
Un abrazo cariñoso en Cristo

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