En reciente editorial registramos que octubre fue definido como el ‘Mes Rosa’ a nivel mundial con el fin de crear conciencia y sensibilización sobre el cáncer de mama, pero este 19 es el del Día Internacional de Lucha contra esta enfermedad, por ello en esta fecha en Valledupar se consolidarán muchas de las actividades que se han venido desarrollando durante estos 30 días.
Frente a este tema sí es válido pecar por exceso, en este caso, por excesiva información que ayude a disminuir los índices de muertes derivadas del cáncer de mama, mediante la detección temprana de la enfermedad.
Es inevitable la enfermedad, máxime cuando se debe a factores genéticos, pero sus graves consecuencias, en algunos casos la muerte, sí se pueden controlar si se descubre a tiempo y se aborda el tratamiento de manera adecuada, oportuna y con todos los componentes requeridos para superarla.
Es necesario recalcar que el cáncer de mama es el de mayor causa de muerte en mujeres en el mundo, cada 14 segundos es diagnosticado un nuevo caso. Por ello la meta de las autoridades de salud tanto en el ámbito mundial, nacional como local debe ser bajar las cifras de mortalidad, estas indican que, en Colombia, durante el año 2022, murieron 4.752 mujeres.
En el ámbito departamental, los reportes más recientes señalan que durante la semana epidemiológica 40 se notificaron nueve casos de cáncer de mama. “El departamento del Cesar cuenta con un consolidado de 143 casos residentes en los municipios de: Valledupar con 69,9 (100/143), seguido de Aguachica 4,8 % (7/143); La Jagua de Ibirico con % (5/143), Chiriguaná 2,7 % (4/143); San Martin y La Paz 2,0 % (3/143); luego Agustín Codazzi, Becerril, Bosconia, Chimichagua, Curumaní, El Copey, Pelaya con 1,3 % (2/143) y por último, los municipios de Astrea, El Paso, Gamarra, Pailitas, Pueblo Bello, Río de Oro, y San Alberto con 0,6 % (1/143) respectivamente. La edad de los casos afectados es de 29 a 97 años y el grado histológico fue infiltrante en 86,0 %(123/143).
Respecto al régimen de afiliación 53,1 % (76/143) pertenecieron al régimen subsidiado, 41,2 % (59/143) al contributivo y (6/143) régimen excepción y 1,3 % (2/143) no asegurado”.
Estamos frente a unos indicadores que, si bien reflejan una magnitud aproximada del problema, pareciera que solo tuvieran una connotación numérica, eso debería replantearse por parte de las autoridades de salud en todos los ámbitos de sus respectivas jurisdicciones territoriales, en el sentido de someterse al cumplimiento de metas en cuanto a porcentajes de disminución de las cifras de mortalidad.
Sería bueno que se establecieran mecanismos de medición permanente en cuanto a los porcentajes de diagnósticos superados y de aquellos que tuvieron desenlaces de muertes, además de hacerle seguimientos a las cifras o porcentajes de los casos detectados a tiempo con final feliz y los descubiertos de manera tardía y que terminaron acabando con la vida del paciente. Una muestra constante de esa situación, mediante un trabajo de difusión masivo, bajo la consigna de machacar y machacar hasta el cansancio, de seguro permitirá el despertar de los dormidos frente a esos terribles riesgos. Además, a las autoridades comprometidas y responsables del tema se les debería evaluar con base en esos parámetros de ocurrencia y manejo de la enfermedad.
A los números hay que ponerles rostros y utilizarlos para lograr buenos resultados.