Una mañana cuando salía de mi casa encontré varios hombres destrozando el jardín y el piso de la entrada al garaje, desconcertado les pregunté quiénes eran y quién los había mandado a cavar en este lugar. Me respondieron que eran obreros de Emdupar y por orden del ingeniero jefe estaban excavando en busca del tubo del acueducto para mejorar la presión del agua potable del sector.
Ese mismo día le reclamé al ingeniero por qué no había notificado el inicio del mejoramiento de la presión del agua, que al menos por cortesía debería informársele al propietario de la casa. Me dijo que se le había pasado tal detalle, pero que al final arreglaban lo destruido.
Después de dos meses de que los obreros de Emdupar realizaron el trabajo para el mejoramiento del servicio de acueducto, todavía me encuentro esperando que reparen el piso de la entrada al garaje de mi residencia, a pesar de mi requerimiento al ingeniero jefe de marras.
Señor gerente de Emdupar, Luis Eduardo Gutiérrez Aroca, hago esta denuncia a través de esta columna porque la considero de interés general y tenga a bien en proceder a reparar los diferentes sitios que se encuentran en las mismas condiciones que el frente de mi vivienda, ubicada en la carrera 8 No 2B-151, barrio Santa Rosalía.
A propósito del aumento de la presión del acueducto, en realidad, fue poco o nada, lo que ha llevado a que algunos vecinos recurran al bombeo con turbinas, que dejan sin agua a las casas donde no han instalado este sistema mecánico para extraer mayor cantidad de agua. Repito, con perjuicio de sus vecinos, incómoda situación que a la postre obligará a todos a recurrir al uso de turbinas.
La escasez de agua es un problema que en el futuro, en Valledupar, en vez de mejorar más bien empeorará, si tenemos en cuenta factores, tales como los veranos prolongados por el cambio climático ya su crecimiento poblacional con la construcción de altos edificios que requieren bombeo para surtir agua a sus moradores.
Pero lo más grave, según el informe de El Pilón, es el descongelamiento de la Sierra Nevada de Santa Marta, que para el año 2050, los expertos en hidrología estiman ya no tendrá nieve, cuya consecuencia será la desaparición de los ríos Cesar, Guatapurí y Badillo por sus secamientos debido al total agotamiento de sus afluencias de agua.
Aunque la humanidad con su adelanto tecnológico e inteligencia obtendrá agua potable de manera artificial, no cabe duda en que mucha gente sufrirá por la falta de agua natural.