-¡Todos somos corruptos, y la izquierda que tanto critica a Uribe es la que más ha comido de él!
-Un momento- dije- ¿cómo es eso de que la izquierda es la que más ha comido de Uribe?
-Sí, porque son los que más han ganado fama y dinero, publicando libros, mojando prensa y demandando.
-En primer lugar- repliqué- afirmar que todos somos corruptos es una generalidad demasiado incierta, además, ¿de qué se trata esto, es un juicio moral o qué? Porque si de eso se trata ¿quién puede salvarse de un riguroso juicio moral? Por otro lado, me parece equivocado afirmar que hacer oposición y denunciar, es hacer negocio con la guerra, a pesar de que sea cierto que esto genere relevancia a quienes llevan a cabo esas tareas, necesarias e importantes para el desarrollo de la política.
-Tú siempre me contradices, todo me lo replicas, a todo le sacas un pero, a todo le buscas el algo; qué jartera!
-No lo tomes así, no es mi intención, pero caes tal vez en el peor error que puede cometer alguien al plantear una hipótesis que es generalizar, en el momento en que dijiste “todos somos corruptos”, caíste en la más grave afirmación, así como cuando dices que oponerse a una idea es “comer” de esa idea a la cual se le hace oposición.
-Tú no me has entendido, yo me refiero es a que cuando nos oponemos a una idea también participamos de su universo, le damos fuerza al contraponernos porque eso la valida, como esos ateos que se la pasan hablando de Dios, diciendo cada vez que pueden que no existe y eso ya los hace pertenecer al juego, comer de él.
-¿Entonces qué se supone que se debe hacer ante una idea frente a la que uno está en desacuerdo, guardar silencio?
-Pues sí, ignorarla, dejarla pasar mientras se hace lo propio, ojalá alejado del rango de su influencia.
-Creo que eso es algo que debes superar.
-Pues créeme que ya lo he superado (con ironía), y ha sido mucho más fácil de lo que había pensado.
-Ok bueno, pero cálmate; tú fuiste la que vino con acusaciones y afirmaciones condenatorias absolutas, descalificando cualquier esfuerzo por fuera del establecimiento.
– Creo que nunca vamos a estar de acuerdo en nada, y tú nunca vas a dar tu brazo a torcer así que mejor ya no hablo más. Me aburrí.
-Pues dicho de esa manera parece que se trata de otra cosa el asunto, más que de política.
-Al fin estamos de acuerdo en algo; y me voy que todavía tengo trabajo por hacer en la casa.
-Pues siendo así, bueno, chao…
(Ella se levanta y se aleja, caminando hacia la puerta.)
-Oye ¿No te vas a despedir?
-…
(Sin dejar de dar la espalda, ella levanta la mano derecha, empuñada, y extiende el dedo del corazón hacia el cielorraso.)
-¡Llévate tu mala vibra!