X

Mala hierba

En varios países de América las cosas van de mal en peor. Si analizamos el continente, de norte a sur, la izquierda -algunas de sus manifestaciones y formas de lucha- causa estragos que generan desazón, angustia e incertidumbre. Veamos…

Canadá está tranquila, pero su vecino del sur, los Estados Unidos de Norteamérica, hace aguas literalmente. Joe Bidenno sabe para dónde va. Ya Donald Trump le saca más de 6 puntos porcentuales en la intención de voto a nivel nacional, como lo muestran algunas encuestas. El regreso de Trump a la Casa Blanca parece un hecho; a pesar de que el “establishment” norteamericano ha hecho todo lo habido y por haber para cerrarle el camino, la falta de liderazgo de Biden -que gobierna como el mejor discípulo de Barack Obama- está llevando al país al caos. Caos se vive afuera, en varias partes del mundo, como lo veíamos en la columna de hace 15 días; y caos se vive adentro, los Estados Unidos arden. Obviamente, a falta de carácter, Biden con sus ideas que exaltan los gobiernos tibios facilitan el resurgimiento de liderazgos que poco conviene a occidente.

Más abajo está México. Ay, Dios mío. Lo que se dice que es la elección de Claudia Sheinbaum está cantada. La corrupción de un gobierno que cumple en diciembre próximo 6 años de minar la iniciativa privada, se ha dedicado a montar estructuras perversas para mantener al régimen de izquierda en el poder. Una oposición débil, con liderazgos flojos y pocas ganas de ceder en pro de la unión, son el caldo de cultivo perfecto para que Andrés Manuel López Obrador continúe gobernando en cuerpo ajeno. En estos años, visitando el país azteca, vemos su deterioro y cómo el desorden institucional afecta la estabilidad de una gran nación.

En Centroamérica Nicaragua continúa viendo cómo Ortega sigue desarrollando su dictadura sin que nadie se oponga en el contexto internacional. El país está en bancarrota, la miseria es creciente pero no pasa nada. Sin duda NayibBukele, en El Salvador, hace contrapeso a Ortega en la región a punta de buenas decisiones que generan buenos resultados y anteponiendo el orden a la degeneración libertaria que profesa la izquierda. 

Colomba está en las peores manos posibles y trasegando los más riesgosos caminos. Todos los días nos escandalizamos con datos nuevos acerca del primer gobierno de izquierda y el más corrupto desde antes de posesionarse. El presidente no aparece, no cumple su agenda, deja metido a su equipo de trabajo más cercano y, cuando aparece en plaza pública, parece borracho, drogado, da grima verlo. El 66 % de la población está en su contra y en vez de revisarse y recomponer, sale en los medios dando declaraciones provocadoras y que insultan nuestra inteligencia. Graves y con un panorama con proyecciones de empeorar.

Venezuela. ¿Qué podemos decir de Venezuela? Desde que está en manos de Maduro hemos extrañado a Chávez, eso lo dice todo. Pobreza, atraso institucional, inseguridad, falta de comida, el país se agota poco a poco. Se lo han robado todo, llevan años saqueando sus arcas y cada vez queda menos. Otro dictadorcito con bigotes.

Perú adolece de instituciones fuertes, los últimos gobiernos han sido muy débiles, otro país que vemos deteriorarse sistemáticamente. A su lado Brasil, el gigante del sur, en manos de Lula Da Silva otra vez. Si bien Jair Bolsonaro noresultó ser la panacea, volver a manos de la izquierda que ha enquistado el Foro de Sao Paulo en otros territorios del hemisferio no es buena cosa.

Chile sufre también por la izquierda, aunque con la ventaja de que, por lo menos, el inexperimentado Gabriel Boric no intimida a su pueblo con discursos revanchistas, retardatarios y resentidos. Pero el país también está en franco deterioro. Triste.

El Socialismo del Siglo XXI y el Foro de Sao Paulo hacen de las suyas en el continente. A los ojos de nosotros, los que hemos estudiado y trabajado limpiamente para salir adelante y tener un futuro mejor, desaparecen recursos millonarios para defender al delincuente al vago, al perezoso.

Bien lo decía por ahí una noble dama a quien aprecio: ¡estudien vagos!

Jorge Eduardo Ávila

Categories: Columnista
Jorge Eduardo Ávila: