Recientemente en los Jardines del Palacio de Cristal, donde imponentes pavos reales deambulan con libertad por entre el tumulto de visitantes y gallos atrevidos acechan con pericia desvergonzada las sobras de los comensales en las casetas de comidas, llega a su fin otra exitosa edición de la Feira do Livro de Oporto, una de las citas literarias más emblemáticas de todo Portugal.
Más de 130 stands con una multitud ingente de eventos que, entre conciertos, proyecciones, teatro en vivo y encuentros con autores, han sido la excusa perfecta para aquellos portuenses que quieren escapar del ennui urbanita sumergiéndose entre libros con las bucólicas panorámicas del Río Duero como telón de fondo.
Pero, paradójicamente, la auténtica revolución editorial no se está forjando allí, sino un par de kilómetros tierra adentro, más exactamente en el cruce entre la céntrica (y significativamente inclinada) Calle de Passos Manuel con la densamente concurrida Calle de Santa Catarina. En esa esquina se encuentra alojada la principal tienda de la multinacional francesa de cultura y tecnología FNAC, donde desde hace unos meses se ha destinado un estante en su vasta sección de librería a la implementación de una novedosa estrategia comercial que, aunque todavía está en una etapa muy embrionaria, bien podría sacudir los cimientos del mercado literario.
Se trata del “Espaço Alfarrabista”, una oferta descontada de libros de segunda mano, bastante antiguos la mayoría, que no compite con los títulos nuevos que venden en el resto del local. Esta iniciativa no sólo está sólidamente respaldada por una narrativa que propugna la sostenibilidad del planeta, sino que también pretende darles otra alternativa a textos olvidados a los que todavía se les puede extraer algo de valor en el proceso. Aunque ciertamente altruista, no ha dejado de ser controvertido el hecho de que, por primera vez, una gran superficie les abra las puertas a los libros de ocasión, un mercado discreto pero efervescente que siempre ha estado reservado a libreros minoristas.
Y es ahí donde está la auténtica polémica y es que, en países como España, donde por ley impera un sistema de precio fijo para los libros nuevos con descuentos máximos del 5%, los ejemplares de segunda mano gozan de un modelo liberalizado de precios por lo que la venta de éstos por gigantes como FNAC o Amazon podría desequilibrar la balanza a su favor al otorgar tarifas más generosas apalancadas en su músculo financiero. Esto tratándose de productos que ya se venden a un 25% o 50% de su valor original significaría una reducción considerable de los márgenes de ganancia para las librerías independientes que tienen en ellos su fuente principal de ingresos.
Actuar contra el consumismo irresponsable es una consigna loable, pero en absoluto inédita, ya que desde antaño ha sido la misión de miles de libreros de segunda mano que, como maestros de la resurrección, van allí donde se les llama comprando bibliotecas descartadas o lotes de volúmenes desechados para rehabilitarlos y regalarles otra oportunidad sobre la tierra. Una humilde labor que merece nuestra protección contra estas emergentes dinámicas empresariales.
Por Fuad Gonzalo Chacón.