Sentimientos encontrados de tristeza y alegría; vienen a mi cuando visité el mausoleo del maestro Calixto Antonio Ochoa Campo en Valencia de Jesús; gracias a la fina invitación de su esposa Dulsaide Bermúdez, quien inmortaliza su recuerdo cada año para conmemorar su onomástico en el pueblo que lo vio nacer, llevando a su tumba paseos y sones vallenatos que le dieron fama internacional al maestro durante toda su vida artística.
Existe un repertorio musical de haber grabado Calixto más de 84 discos de larga duración, la mitad de ellos con Los Corraleros de Majagual y el resto interpretando canciones de su autoría a las que adornaba con picarescas melodías dándole vuelo a su imaginación y colocando en ellas un picante de alegría aumentadas con la sabrosura de las notas de su acordeón
Desde niño mi padre Pepe Castro me enseñó a degustar el sabor de la buena música, la de Calixto Ochoa, a mi edad no lograba entender porque tan reconocido apego de mi progenitor por esas melodías. ¿En silencio analizaba y me lo preguntaba? Mi padre como político y empresario fue un hombre inquieto, trabajaba sin parar de domingo a domingo, en sus largos trayectos nunca dejó de rodar en su pasa cintas el cassette del último larga duración de Calixto, eso lo entretenía, lo llenaba de emoción y alegría cuando iba al volante de un indestructible campero Toyota tan fuerte como un bulldozer y hecho por los japoneses para devorar carreteras.
Pepe Castro tenía una fijación especial por la música de Calixto y para él no existían otros intérpretes que en la época se encontraban de moda y sonando mucho por toda Colombia por cuanto fue la época de oro de Rafael Orozco con ‘Relicario de besos’, de Diomedes Díaz con ‘Diana’, de Jorge Oñate con ‘La Gordita’ y de Poncho Zuleta con ‘Rosalbita’.
Considero que mi papa fue el seguidor número uno de Calixto, lo decía a boca llena, aumentando su ego al decir que lo vio crecer en Santa Rosa, una de sus haciendas, allí con Juan Arzuaga y María Almenares lo hicieron hombre al enseñarlo a enrejar terneros y a domar potros.
Mi padre no era tomador, pero en la KZ ‘Las Margaritas’, en San Diego, todos los años se apuntaba con varias boletas para escuchar a viva voz sus canciones y hasta sus aguardientes se tomaba. A sus 90 era fácil ver su Toyota pasar por Bosconia; empinando el pico hacia el sur en busca de tierras sabaneras para ir a hecharse una cana al aire y almorzar en Sincelejo con su ídolo Calixto; amigo a quien acompañó hasta su última morada en Valencia de Jesús y quien partió hacia la eternidad un 18 de noviembre de 2015, a sus 81 años.
DIOMEDEZ DIAZ
Diomedes Fue el cantante que más obras le grabó al maestro Calixto de allí su fama, ‘El Cacique’ se convirtió en interprete por excelencia para sacarle jugoso provecho a las mágicas letras que Calixto autorizaba imprimir en el acetato: “Por ello la plata que caiga en mis manos la gasto en mujeres, bebida y bailando”. “Se acaba la vida se acaba el misterio cuando uno se muere ya no vale ná. Aquí vale igual un pobre pordiosero que el más afamado de la sociedad”
Coincidencialmente otro de mis afectos descansa a los pies de Calixto. mi amigo William Rosado Rincones, fiel seguidor de Calixto y quien desde los micrófonos de Radio Guatapurí con gran acierto y por muchos años narró en la edición cultural de los viernes “El Cuento de Pepe” Cuentos pictóricos de talla costumbrista de la autoría de mi progenitor José Guillermo Castro Castro. Hoy me doy el lujo de haber aprendido la dialéctica de mi progenitor quien me enseñó a tomar la pluma para que en el presente no dejar apagar esta enriquecedora iniciativa de tener la capacidad mental de lanzar al aire todos los fines de semana una nueva historia.
WILLIAM ROSADO
Tuvo el infortunio de haber sido devorado por el Covid-19 alcanzó a exaltar la memoria del maestro en un libro titulado ‘El Mundo de Calixto’, engalanando en páginas de oro la vida y obra del maestro Calixto. Merecido reconocimiento a quien en vida compuso más de 1364 canciones. Entré las que se destacan ‘Los Sabanales’, ‘El Africano’, ‘El Hombre del Sombrerón’, ‘lirio Rojo’, ‘Remanga’ y ‘Charanga Campesina’.
Por: PEDRO NORBERTO CASTRO ARAUJO/ESPECIAL PARA EL PILÓN