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Macías, tramoyero sinvergüenza

El tramoyero es un pícaro con habilidad para enredar o engañar. Y sinvergüenza es la persona carente de ética, que se aprovecha de otros o de las circunstancias de manera aleve en beneficio propio y de su camarilla.

Ambos calificativos los merece, Ernesto Macías Tovar, por su mal comportamiento, típico de gente abusiva. Lo más censurable es que conociéndose su desfachatez, fue elegido presidente del Senado de la República. Por consiguiente, para nadie es sorpresa su “última jugadita” al final del manejo de tan alta dignidad. Con tal artimaña menosprecia la democracia y burla a los representantes de la oposición, presentes en el paraninfo elíptico del Congreso Nacional.

Abuso de potestad que ha indignado a los colombianos que abogamos por lograr vivir en un mejor país, donde todos sus funcionarios sean ejemplos de máximo respeto a la justicia, a los derechos y libertades de todas las personas. Indiscutiblemente, la jugarreta del personajillo de marras es una tremenda afrenta al Estado social de derecho establecido por la Constitución Política de 1991.
De hoy en adelante la consigna de la ciudadanía honesta colombiana debe ser: ¡Ni un avivato más como autoridad de nuestro país! Para que el indignante episodio protagonizado por el procaz senador y su séquito reciba un masivo rechazo. Que vean que en nuestro país en esta protesta se ha ignorado la polarización suscitada por las ideologías de izquierda y derecha, comandadas por caudillos populistas, suficientemente conocidos como tradicionales promotores de que en la conquista del poder gubernamental todo vale. Es decir, que el fin justifica los medios. En consecuencia, ya basta de trúhanes en las gobernaciones, alcaldías, asambleas, concejos y demás cargos oficiales. Ni un tramposo más ostentando estas investiduras.

Con la anterior reiterada petición, me solidarizo con la súplica unánime ¡Ni uno más muerto! Escuchado el pasado 20 de julio en el recinto del Congreso Nacional, señalando las fotografías de líderes sociales asesinados en varias regiones del país, que algunos congresistas portaban. Ojalá tal vehemencia la conserven, tanto el presidente Iván Duque, como todos los congresistas presentes en la instalación de una nueva legislatura parlamentaria.

Aunque mi anhelo parezca ilusorio, no es imposible lograrlo, siempre y cuando zanjemos las enormes dificultades que este propósito demanda. Uno de ellos y quizás el principal es la modificación de la educación y la formación de las nuevas generaciones, para que conformen una buena ciudadanía, que sea solidaria con sus semejantes y responsable en sus actuaciones. Que no desdeñe la participación que requiere la política, por lo menos en la elección de sus gobernantes, con la convicción de erradicar el clientelismo avieso, que siempre brinda gratificaciones efímeras a los electores.

En fin, la solución radica en la búsqueda del bienestar colectivo, nunca jamás en el particular, como el proyecto de la Ley Estatutaria que beneficia al exministro Andrés Felipe Arias, condenado a 17 años de prisión por el escándalo de Agro Ingreso Seguro.

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