Por Anuar Cortázar Cáez
La región del Cacique de Upar estaba en calma, al igual que el resto de nuestra Costa Atlántica, las brisas de las serranías de la sierra Nevada y del Perijá se sintieron frías, 6:40 P.M, 22 de Diciembre, las aguas del rio Guatapurí y del rio Badillo se desplazaban velozmente, como anunciando la partida del más grande músico del folclor Vallenato que ha tenido este género musical, orgullo de nuestra región, nostalgia, dolor y tristeza por la abrupta noticia, Diomedes de Jesús Díaz Maestre, ha fallecido, sus seguidores no lo podían creer , cuando apenas hacia cinco días lanzó su último trabajo, “La Vida del Artista”
Estrella de nuestro folclor, emprendedor, inteligente en sus composiciones e interpretaciones que contamina culturalmente a los amantes del vallenato, dueño de honestidad y franqueza, sus canciones son poesías, lirismo, sensibilidad, dulzura y encanto, donde refleja en cada una de ellas las riquezas de nuestras costumbres que se desplazan armónicamente con las brisas de las serranías del Cesar a todos los rincones de Colombia, impregnándonos esa alegría, divertida y recreativa.
Enamorado de lo nuestro, promotor de lo bello de nuestra gente, de nuestra herencia, de nuestro terruño y nos enseño amar nuestro folclor con sus extraordinarias canciones que elevaron a la máxima potencia nuestro ritmo autóctono, como lo es, el vallenato. Lo llevaba en el alma, en el corazón y en los confines de sus pensamientos, eso lo, y nos hacía feliz y grande porque realmente lo fue, sus satisfacciones culturales fueron inconmensurable comparado con el infinito de la humanidad. Su voz fue una canción constante y recia por la vida. Todos los temas interpretados en diversidad escenarios, tuvieron el encanto de su melodiosa garganta. El otro encanto fue la vitalidad con que asumió su tránsito terrenal y que la mantuvo activa en todos los caminos que iba abriendo.
Porque la cultura es capaz de descifrar los enigmas en que nos envuelve la vida y ella es el camino que hace noble a los pueblos, el aprecio de su fanaticada quedaba demostrado en cada una de sus presentaciones .Pero, “La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente”. ( François Mauriac, escritor Francés 1905-1970).
Con la partida de Diomedes, el cielo se halla tachonado y adornado de luminarias infinitas por la llegada al paraíso celestial de este gran artista. Su luminoso espíritu ya no está aquí. Su aguda comprensión del alma humana ya no se halla al alcance de nuestra voz para que nos interprete hermosas canciones como ‘Oye bonita’, ‘El cóndor herido, ‘Mi primera cana’, ‘Amarte más no pude’, ‘La plata’ y ‘Mi muchacho’, entre otras, porque ya la voz del Cacique, como se le llamaba cariñosamente, vivió con la sensibilidad puesta sobre su vallenato, receptor de realidades y un portador de sueños, alentador de luchas y de búsquedas contra todas las barreras de adversidades que levantan quienes ultrajan la libertad y la dignidad cultural de los pueblos con intenciones perversas
Su partida deja un legado incalculable al folclor vallenato, pero también un gran vacío lleno de mucho desconsuelo, aflicción y pesadumbre, el se va a encontrar con grandes intérpretes del vallenato como Alejo Durán, Juancho Rois, Miguel López, La Cacica, entre otros, para seguir desde el cielo impulsando nuestro folclor. Paz en Su Tumba.