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Luis Fernando Díaz, orgullo y ejemplo para Barrancas y La Guajira

Un mozalbete surgido de las entrañas humildes de Barrancas es el nuevo crack, la nueva estrella en el firmamento futbolístico suramericano y por qué no decirlo, mundial.

Sin estridencias ni exageraciones combina la velocidad de Mbape, el regate de Messi, la fantasía de Neymar, y una infinita capacidad de sacrificio, jugando normalmente por la banda izquierda siendo derecho; no tiene ningún inconveniente en aparecer al otro extremo del rectángulo apoyando en cierres y labores defensivas al marcador de punta derecha. Ese compendio de destrezas sumadas no obedece a un fanatismo y patrioterismo barato, si el lector se permite el deleite de disfrutar la repetición de las jugadas del partido de Colombia contra Argentina podrá corroborar que fueron generosamente desparramadas por ese juvenil genio peninsular en la cancha. Repartió con solvencia y lujo de detalles un catálogo digno de un iluminado.

Su padre Mane – imitaba a Miguel Morales-, junto con Gaby su tío, soñadores, futbolistas y artistas frustrado, exitosos y empedernidos formadores de talentos, con una vocación a prueba de balas han forjado niños con inclinaciones futbolísticas. – De esa cantera natural surgió Lucho-. Están emparentado con la dinastía Díaz por lo tanto sus raíces se encuentran estrechamente vinculadas con ese mágico caserío generador de talentos de la música vernácula llamado Lagunita de la Sierra. El epicentro de esa grandiosa faena formativa es la cancha del Barrio Lleras de Barrancas, donde este humilde columnista también intentó surgir como lo hace hoy días nuestro idolatrado Lucho, con la diferencia de que como dice la canción del difunto Dagoberto López, no tenía el talento justo a mis pretensiones en cambio Luis Fernando si, afortunadamente le sobra.

La prensa y los medios deportivos del centro del país ojalá sitúen a Díaz en el pedestal que se ha ganado con calidad y humildad. Deberían dedicarles menos tiempo a las andanzas particularmente extradeportivas de James Rodríguez – es menos lo que juega que lo que se divierte- a no dudarlo otro talentoso, pero con el que los medios atiborran excesivamente de información, cada paso del zurdo cucuteño por intrascendente que sea, cada movida futbolística y sobre todo extra futbolística es cubierta profusamente. Su capacidad y talentos son innegables, pero sus cualidades encajan en un futbol pretérito. El futbol moderno exige condiciones de las que desafortunadamente Rodríguez carece. Lento, sin capacidad de sacrificio, un jugador menos según los cánones del futbol contemporánea cuando su equipo se ocupa de tareas defensivas. A ello agrega una condición disociadora, toxica, al interior del colectivo. En cambio, Lucho está formado para las exigencias del futbol moderno. Cumple a cabalidad la dualidad funcional actual: ataca y marca con total eficacia, a lo cual agrega una absoluta y desbordad humildad.

Jugadorazo. Par de golazos antológicos ante las dos potencias suramericanas; Brasil y Argentina: acrobático y artístico el uno, donde se pudo apreciar la perfecta y geométrica arquitectura corporal. Anotar un gol como ese requiere dominio y armonía perfecta de cuerpo y movimiento, sincronización. Una ejecución atlética contra los pentacampeones; y un gol de billarista a la Argentina con efecto del borde interno.

Ejemplo de superación, disciplina, funge como espejo a los nuevos muchachos de Barrancas, Papayal, Carretalito, Guayacanal, Pozo Hondo, San Pedro. Lucho está demostrando con creces que si se puede.

Admiración profunda, respetos y reconocimiento muy especial para Mane, para su tío Gaby y su familia en general. El apostolado denodado, como decimos coloquialmente con las uñas, forjando y encausando a los imberbes barranqueros ha tenido justa recompensa, regalarnos semejante figura. Dos hermanos de Lucho de 19 y 16 años respectivamente y un grupo de jóvenes barranqueros incursionan en las divisiones inferiores de varios equipos profesionales del país.

Categories: Columnista
José Luis Arredondo Mejía: