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Lucas Gnecco Cerchar, el gobernador

Lucas Gnecco (LG) inició en la política en el departamento gracias a su coraje, sus relaciones de familia y amigos en la región; a contar con recursos económicos. Su paso por el Congreso y su arribo a la gobernación fue apoyado por tradicionales dinastías políticas, ávidas de aliarse a su poder electoral. El Partido Liberal avaló su aspiración en la primera elección de gobernadores, manifestado a través de Alfonso López Michelsen, el primer gobernador del Cesar.

Hablar de Lucas es hablar de dos hombres. El ejecutor de las obras que el pueblo valoró y aplaudió . Pero al mismo tiempo es hablar de una forma de hacer política más cercana al compadrazgo, más campechano que estadista.

Consideraba que el buen gobernante era aquel que hacía obras físicas y esa premisa la dejó a sus sucesores, que se nutrían de la fascinación que en los electores tienen las cosas que se ven. Su política no fue la de las ideas ni el liderazgo nacional ni regional, ni la de liderar causas, no era coordinar al sector público y al privado y trabajar con la academia para impulsar proyectos estratégicos o productivos generadores de empleos e ingresos. No era insistir en un departamento de gente muy educada. Tampoco se proponía encabezar campañas, hoy populares, contra la corrupción. Atributos que hoy se le exige a los líderes modernos.

Tuvo en sus dos mandatos una clara y combativa oposición política y atención de los organismos de control sobre su equipo de Gobierno, nivel de seguimiento que fue extinguiéndose en los últimos gobiernos de miembros de su hegemonía familiar. Ya salido del gobierno la acción de los fiscales no lo dejaban tranquilo, con fortaleza y resignación enfrentó las decisiones que muchos años después de su administración, sorprendentemente, al destiempo de nuestra justicia, eran noticia. No pocos decían, con razón, que a Lucas lo culpaban de hechos olvidados acaecidos más de veinte años atrás.

Lo suyo gobernando, como reiteramos, fue pisable y visible: hierro, cemento, concreto y material; las buenas tareas. Nunca se ufanó de dotes intelectuales, hecho que no lo rebajaba ante ninguno, atendía a la gente, tenía una gran inteligencia natural. Se asesoraba con expertos, de la ingeniería o de la política, y nunca pretendió saber más que ellos.

Ese arquetipo de valores, esa filosofía de gobierno duro y material, de obras son amores, de hacer las cosas, aunque se censuren los visos del despilfarro y de la opacidad administrativa, ha dominado y orientado el gobierno departamental, que, en general, ha sido ejercido, durante las últimos 30 años por familiares o aliados, de la Casa Política que él erigió. Modelo que una vez más será evaluado en las votaciones de octubre. EL PILÓN, que valoró sus ejecutorias, el reconocimiento ciudadano, y registró, como debía hacerlo, sus caídas de hombre público, hace, al lamentar y extender las condolencias por su muerte, su homenaje a Lucas Gnecco, dos veces gobernador del Cesar, importante dirigente político que marcó la historia reciente del Cesar y de sus habitantes

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Redacción El Pilón: