Se volvieron acumulativos a través de los años, son tan visibles que es extraño que no los hallan corregido, la gente se cansó de criticarlos incluso hay quienes hicieron la sugerencia a los directivos de los festivales para que corrigieran esos baches que son remiendos viejos en vestidos nuevos.
En ese ir y venir de festival en festival cantando mis canciones alternando con todos mis colegas por todos los pueblos de la costa he comprobado estos vicios de los festivales. Por ejemplo: todos tocan los mismo pases en el acordeón tanto en la categoría profesional como aficionado, juvenil e infantil, los repertorios están estandarizados pero esto no es lo grave; ya que para la parte competitiva el legado de nuestros juglares es el que se presta para la confrontación musical por ser gestores de la piquería en acordeón.
Lo que desalienta es oír en todas las categorías los mismos pases calcados aprendidos de memoria, trillados y retrillados ejecutados con voracidad, creo que no importa mucho sentir lo que se interpreta si no lo rápido que se ejecuta para ganar.
Son magistrales los arreglos de las puyas de Colacho, Alberto Pacheco, el Pangue, Omar Geles, Alfredo, Alejo, Julián Rojas, Juan David Herrera. Pero, se han convertido en la trampa para los nuevos; las academias deben enseñar a sus alumnos a improvisar desde pequeños para cuando ya tengan mayoría de edad desarrollen un estilo propio y toquen originalmente.
Las canciones inéditas como en todo concurso deben tener categoría aficionada y profesional.
No sé qué loco les dijo a decenas de concursantes que ellos pueden presentar una puya con música ajena como canción inédita y lo más traste y triste es que los jurados las califiquen como tal “Vayla jurados”
Otro vicio, el compositor que va a Villanueva y canta, sin ser el de allí: Villanueva de mi alma de mi corazón no hay otra tierra como tú, nombra algunos personajes queridos del pueblo y sitios populares, se hecha flores el mismo y bla, bla, bla. Luego va a Chinú y vuelve a engrupir al pueblo con el mismo tema, viene a San Juan del Cesar, igual, toca la sensibilidad del pueblo ganándose sus aplausos a rabiar. Pero, esa misma canción la canta en otro sitio y a la gente le resulta aburridísima; porque a nadie interesan ciertos personajes muy queridos en un pueblo. Pero que en el pueblo vecino son unos ilustres desconocidos.
El problema es que los jurados comen del cuento y el público también; es una temática mecanizada, estratégica falta del sentimiento sincero, es patraña. Esos temas fueron bien manejados por Leandro Díaz y Máximo Móvil. Pero, solo lo hicieron una vez.