A finales de los años setenta, cuando estaba la bonanza marimbera que traqueaba en todo el caribe colombiano ‘Poncho’ Zuleta aún no era el hombre rico que es hoy, y apenas comenzaba a perfilarse en el campo ganadero como un visionario y camellado empresario en esta actividad.
‘Poncho’ tenía algunas dificultades económicas y llegó a Barranquilla a la caja de cambio ‘Veinte de Julio’ que era propiedad de don ‘Gasparito’ Lubo, un respetable y reconocido comerciante oriundo de Riohacha, pero que en Barranquilla tenía su centro de operaciones. Con una recomendación de su compadre Lucky Cotes consiguió que el señor Lubo le cambiara un cheque por valor de un millón de pesos para ser recogido en un plazo máximo de un mes sin ningún cargo de intereses por lo bien recomendado que llegaba por su compadre Lucky.
Con el dinero en el bolsillo Zuleta se vino para su finca ‘Mi salvación’, al cerrar el negocio de una parcela que necesitaba anexar a su propiedad, ya que era una verdadera ganga y esto le permitiría aumentar su área de terreno.
En esa época tenia Zuleta mucha actividad musical, compromisos en todas partes y se olvidó por completo de lo pactado con don ‘Gasparito’ allá en la caja de cambio Veinte de Julio, de Barranquilla. El mes se pasó volando y el día que debía recoger el cheque recibió una llamada del acreedor quien le exigía cancelar la deuda de inmediato. Ni corto ni perezoso ‘Poncho’ se fue para Barranquilla invitando a su llegada a un grupo de amigos que siempre anhelaban parrandear con él y que para su suerte estaban también por esos lados.
Habló con Alfredo Gutiérrez y de inmediato se armó una parranda con sus amigos guajiros entre ellos su compadre Lucky, su hermano ‘Chema’ Cotes, ‘Pocholo’ Gómez, ‘Ñañi’ Amaya, David Smucker, José Aponte Romero, Omel Brito, William Cúrvelo, y lógicamente ‘Gasparito’ Lubo, el invitado especial a esta parranda, y yo grabadora en mano me sume a este tropelín parrandero para asegurar todos los detalles de este festivo evento.
‘Gasparito’ llegó con el cheque en el bolsillo convencido que Zuleta cumpliría con el compromiso adquirido.
Un par de horas después de frenesí musical, de cantos, y de versos galantes para sus amigos, ‘Poncho’ enfiló todo el caudal de su admirable repentismo a improvisarle versos al hombre que tenía el cheque en el bolsillo.
En esa época una de las mujeres más hermosas que ha nacido en La Guajira estuvo en el reinado nacional de Cartagena representando a esta exótica tierra.
Era de todos sabido en el grupo de parranderos que ‘Gasparito’ estaba locamente enamorado de la soberana de su tierra, a quien ya le había obsequiado una flamante camioneta Ranger F-100 0km como un sencillo detalle muy galante por cierto para lograr ir debilitando la resistencia que la distinguida dama le planteaba ante sus pretensiones amorosas.
Y LE SOLTÓ EL VERSO DEL MILLÓN
‘Poncho’ comenzó con sus versos a elogiar a ‘Gasparito’ como un gran conquistador y los amigos lo secundaban asegurando de que ya tenían amores, y el aludido no ocultaba su satisfacción con una sonrisa de oreja a oreja y en ese preciso momento Zuleta le disparó tremenda perla de su inspiración que fue el siguiente verso:
Esta parranda me inspira
Para hacer versos bonitos
La reina de la guajira
Ta preña de ‘Gasparito’
¡Eufóricos los amigos lo abrazaban, lo felicitaban, y exclamaban -si seño, -si señó, -la preñó, -la preñó!
Y con una inmensa satisfacción ‘Gasparito’ sacó el cheque del bolsillo, entregándoselo a Zuleta diciéndole muy contento: -Tranquilo ‘Poncho’, esa plata te la regalo, porque yo pocas veces me he sentido tan feliz como hoy. De inmediato Zuleta salió a la puerta de la casa donde estaban y el cheque lo hizo añicos y picándome el ojo me decía: “por siaca, por siaca”.
EL GRAN NEGOCIO
Terminada la parranda se me acercó Zuleta comentándome muy emocionado: oye Julio he descubierto un negocio que es mucho más lucrativo que meterse a marimbero o a contrabandista y es el negocio del cambio de cheque, le interrogue que como era el cuento y me comentó: muy sencillo, yo voy a una caja de cambio y entregó un cheque pa’ recogerlo en un mes, y el día que se cumpla el plazo me le presento al dueño, le armó una parranda, lo levanto a verso y cuento arreglao. Se de otros casos que tuvieron el mismo final, pero bueno este espacio es muy corto y quizás en una futura ocasión les comentaré al respecto.
Tomado del libro próximo a publicarse: “Las Triquiñuelas de Zuleta”.
POR: JULIO C. OÑATE MARTÍNEZ /ESPECIAL PARA EL PILÓN