Algunas amigas de Bucaramanga visitaron a Valledupar el pasado puente festivo; se fueron felices. La razón, la ciudad sorpresa caribe es hoy la capital de los parques como un tiempo fue su ciudad. Me preguntaron sobre la posibilidad del alcalde Augusto “Tutto” R. Uhía tuviera la intención de ser alcalde de Bucaramanga, ya que el actual mandatario los abandonó por cuestiones políticas y por piedrero.
Les comenté desconocer las intenciones futuras del joven mandatario vallenato a partir de enero, aunque se especula que iría a Europa en viaje de paseo familiar después de tanto tropel en una ciudad de bohemios y cantores. Incluso él canta bien, pero en la política encontró mejores trinos.
La gran cantidad de bonitos parques que encontraron mis amigas culonas- hablo de hormigas- a quienes expliqué como el canto vallenato influye mucho en las decisiones de nuestros mandatarios, indicarles que por ejemplo que “El Parquecito” es una canción del maestro Calixto Ochoa, nativo de Valencia de Jesús un poblado donde precisamente el alcalde acaba de entregar otro parque.
La nueva plaza Alfonso López les pareció un espectáculo, pueden usar sus gafas de sol al mediodía con elegancia, en tardes lluviosas ver a los niños disfrutando frescos como una lechuga que a propósito es la verdura de moda en esta administración.
Incomprensible para las búcaras entender que una famosa cicloruta del alcalde anterior no pudo funcionar porque quedó mal programada, pero la estatua de Carlos Vives con su bicicleta, en el Parque de la Provincia, no es precisamente un homenaje a esa obra hecha y deshecha con la misma rapidez.
Como estamos en tiempos de política eleccionaria, explicar a esas mujeres no es tan fácil en un ovillo que apenas nosotros estamos desenredando. Los candidatos con más posibilidades de administrar la ciudad los próximos años, son Ernesto- que arregla esto- y el Mello Castro- que quiere poner orden- con Miguel Morales – que irá hasta el final- mientras otros avisos dicen, Créalo, Fredy es el alcalde, cuando de verdad es ex alcalde, pero al último instante comprendió que no era su momento. Insistirá, se dice.
Contarles que esta ciudad tiene muchos carros y motos que fueron necesario desocupar los viejos patios para usarlos como parqueaderos. Desde entonces “El Parquecito”, es la solución, pero ahora por culpa de la economía naranja les llaman el Club social de los pobres.
Explicarles a las bumanguesas que no producimos naranjas sino mangos, pero estos los roban de los patios, no es fácil, y menos si andamos mal parqueados mirándolas a ellas mientras dicen mirarnos con sus gafas oscuras. Al fin es una ciudad de mangos inexistentes, de parques relucientes, de naranjas imaginadas y de lechugas reales, donde abundan pastores, coaching, resilientes y desocupados.
Es mejor explicarles con música nuestro lenguaje, de manera que canté algo del maestro Ochoa, ahora que el alcalde Augusto Daniel anda en obras de despedida… “Si aquel parquecito pudiera hablar tal vez te contara la realidad, los miles tormentos que yo he pasado pensando que ya tú no vuelves más, pero ten en cuenta que yo también soy hijo de Dios…