Si se piensa en largo plazo, si hacemos ese raro ejercicio de planificar para los nietos, tenemos tres desafíos grandes en el Cesar, para que su economía sea inclusiva y sostenible en las próximas décadas. Son desafíos de largo plazo, pero la paradoja es que para solucionarlos hay que comenzar a contrarrestarlos ya.
EL CAMBIO CLIMATICO
A pesar que algunos no lo acepten, el cambio climático llegó y se instaló cómodamente. La temperatura y las precipitaciones son los dos fenómenos que más se están viendo afectados. El aumento de la temperatura trae consigo el derretimiento acelerado de los nevados y glaciares y consecuentemente la disminución del nivel hídrico, que afectará los acueductos urbanos y el riego rural. También aumentarán los riesgos de enfermedades tropicales que podrán llegar a pisos térmicos más elevados. Los procesos de desertificación de sabanas se acentuarán, se afectará flora y fauna y habrá disminución de la productividad de los suelos. Finalmente se presentarán mayores olas de calor en áreas urbanas.
De otro lado la variabilidad climática, también está presente. Se hicieron más largos los períodos de sequías y más intensos los aguaceros. El agua que antes caía espaciada en varios aguaceros, ahora cae en uno o dos solamente, generando muchas veces inundaciones y haciendo daño a los cultivos. Tendremos eventos climáticos extremos (sequías, olas de calor o frío, lluvias torrenciales, inundaciones, deslizamientos, huracanes, tornados, etc.), desfase en los ciclos de floración y polinización de las plantas de cultivo. Los fenómenos del Niño y la Niña serán frecuentes y dañinos. De esta manera se ve claramente que el cambio climático es una amenaza para las economías agropecuarias, como la del Cesar, y este es el momento que no lo hemos priorizado como problemática para atender.
El cultivo del algodón al que tanto debe agradecerle el Cesar, se acabó. Fueron cerca de 120.000 hectáreas que se alcanzaron a cultivar por los años 1970, y alrededor de un empleo por hectárea lo que este generaba. Ayudó el cultivo a crear una clase media, moderna y pujante de profesionales, -agrónomos, pilotos, comerciantes, empresarios agrícolas. Llegaron colombianos de otras regiones del país. Se acabó el algodón entre otras cosas porque el régimen de lluvias, no dio para sostenerlo.
Con este antecedente, es que debemos ver los anuncios de la Tercera Comunicación de Cambio Climático del país, que es un estudio científico promulgado por el Ideam y que dice sobre el Departamento lo siguiente para los próximos 50 años: “El Cesar en promedio podrá tener una disminución de precipitación de hasta un 19 % con respecto a los valores actuales. Las principales disminuciones se podrán generar en el norte del Departamento, particularmente en los municipios de Valledupar, San Diego, Agustín Codazzi, Becerril y El Paso”. Por tanto, si ya sufrimos con lo que pasó, debemos prepararnos mejor para lo que viene. El Departamento además sufre un proceso de desertificación, lo que antes eran sabanas hoy no son más que peladeros, en dónde la producción de comida y pastos se acabó.
En cuanto al aumento de la temperatura, ya tenemos, léase bien, a la población más calurosa del país, Guaymaral. Tiene en promedio 35,3 °C, que llega fácilmente a los 42°C y más. La Comunicación de Cambio climático afirma que: “Para fin de siglo el Departamento podrá presentar aumento promedio de temperatura de hasta 2,5 °C, particularmente en las regiones centro y sur. Los menores cambios en temperatura podrán suceder sobre la Sierra Nevada y la Serranía del Perijá”.
Los principales efectos del cambio climático, concluye el Informe que “podrán verse representados en el sector ganadero y agrícola, dado que el departamento para fin de siglo presentará temperaturas más elevadas y reducirá gradualmente precipitaciones. Se podrían presentar sequías en el norte del Cesar poniendo en riesgo cultivos asociados. La biodiversidad asociada a las regiones más elevadas podrá ser susceptible de desplazamientos altitudinales por estrés térmico”.
Este es uno de los principales desafíos que tiene no solo la economía del Cesar, sino también el desarrollo humano y la calidad de vida de los cesarenses. Con el cambio climático hay que recordar que se afectarán los picos glaciares de la Sierra Nevada, la producción de agua, el dengue y la malaria se incrementan y definitivamente se presentarán problemas para la productividad agropecuaria departamental. Habrá cambios en el uso del suelo por los procesos de desertificación y falta de agua.
El Cambio Climático es una realidad, hay que anticiparse y lo que toca hacer es adaptarse y mitigarlo. Es un esfuerzo por un lado, de consciencia y educación, de no desarrollar más acciones que lo acentúen: no más deforestación, disminuir el consumo de energías fósiles, adaptar los horarios de trabajo, y por otro lado desarrollar medidas de adaptación y mitigación: reforestar, usar material más adecuado y resilientes al clima del futuro; ciudades sostenibles y desarrollar y usar energías alternativas.
Riego, pozos profundos, arborización, cuidar los ríos y acequias, mejorar las semillas y desarrollar nuevas variedades más resistentes al estrés hídrico, etc. Estas son algunas de las medidas que hay que tomar.
Con cada grado que aumente la temperatura, se producen cambios inconmensurables e irreversibles en los ecosistemas. Hay que entender eso y que lo que se está afectando es un todo, es una integralidad, que se llama planeta, en el que todos tenemos derechos a vivir, pero en particular debemos dejarlo vivible para nuestros hijos y nietos.
Tomado de Tercera Comunicación de Cambio Climático.
LA COMPETITIVIDAD
Un segundo gran desafío que tiene la economía cesarense es su falta de competitividad. El Índice de Competitividad Departamental, del Consejo Privado de Competitividad y de la Universidad del Rosario, clasifica al Departamento cómo el número 19, entre 26. En la parte baja de la lista al lado de Putumayo y de La Guajira y muy lejos de los tres primeros: Bogotá-Cundimarca, Antioquia y Caldas.
Este es un índice muy completo con 73 variables y diez pilares: Instituciones; Infraestructura; Tamaño del mercado; Educación básica y media; Salud; Sostenibilidad ambiental; Educación superior y capacitación; Mercados; Sofisticación y diversificación; Innovación y dinámica empresarial.
Quisiera referirme a sólo tres desafíos que se identifican allí y en donde hay gran campo para mejorar. El primero tiene que ver con el tema de la diversificación productiva. Nuestra producción es de poco valor agregado y muy monótona: carbón, vacunos en pie, leche, palma de aceite y café. Poca agroindustria y sí que menos industria.
El Cesar tiene que inventarse nuevos productos, ojalá en varios sectores. Así cómo hace más de 50 años Cundinamarca descubrió las flores, el Huila la tilapia, más recientemente Antioquia el aguacate y Nariño los cafés especiales, el Departamento tiene que descubrir nuevos productos. En el agro, es interesante lo que se está haciendo desde el Departamento buscando nuevas opciones agroindustriales: aguacate hass, cacao, piña, ovinos, etc. Pero definitivamente los que se apoyen, deben incorporar valor agregado y estar conectados a mercados externos. De otra manera garantizar la asistencia técnica y la comercialización es muy, pero muy difícil. Puede estar también el eco-turismo, o el turismo de tradiciones. Pasar de un gran evento, el Festival Vallenato, a desarrollar un turismo de temporadas más largas. Hay que identificar nuevos impulsores de la economía, nuevas locomotoras.
El segundo gran desafío tiene que ver con la tecnología y el uso de las TICs. Sale muy mal calificado el Cesar en cuanto al ancho de la banda internet existente y a la penetración de internet en el aparato productivo. Es la economía digital perfectamente en pañales. La relación academia-sector real es muy incipiente y esfuerzos cómo el Centro de Desarrollo Tecnológico que ha incorporado muchísimos recursos no se traducen en una transferencia masiva de conocimiento a los agricultores o ganaderos. Existe aquí una larga, pero muy larga tarea pendiente que hacer.
Finalmente si la competitividad quiere mejorar, las instituciones públicas deben estar a la altura, para llevar confianza y asesoría al ciudadano. No se percibe ni lo uno, ni lo otro. Al contrario, cuestionamiento éticos a muchos gobernantes, despilfarro de recursos, obras inconclusas, malas priorizaciones del gasto público (plazas de banderas, estadios). Hay ineficiencias e incapacidad para el recaudo de impuestos y dudas sobre el buen manejo del gasto público. Recordemos al premio Nobel, Douglas North cuando dijo que para que exista desarrollo, se necesitan instituciones sólidas y confiables. Sin ellas no hay desarrollo.
LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR
Un último desafío que quiero resaltar para la economía del departamento es la calidad de su educación superior, que está muy deficiente y hay dudas sobre su pertinencia. Sé que hay esfuerzos importantes de las universidades locales, sin embargo los indicadores no ven eso reflejado. El Informe de competitividad arriba mencionado, clasifica el departamento de 22 entre 26 en cuanto a educación superior y capacitación. Con variables tan pero tan malas, cómo que estamos entre los tres últimos en las pruebas Saber-Pro, en instituciones de educación superior acreditadas y en la calidad de los docentes.
Hacemos relativa poca presencia en los grupos de investigación de primera categoría de Colciencias, de 527 revistas acreditas por su rigurosidad en Colombia, ninguna es del Cesar, de los 68 centros de investigación y desarrollo tecnológico reconocidos por Colciencias, tampoco hay siquiera uno y no existe ningún think tank (tanque de pensamiento o laboratorio de ideas) reconocido por lo menos en ciencias sociales ni económicas.
No quisiera entrar a analizar el ranking de las Universidades, porque los resultados son para lamentarse. Para sentarse y llorar. Por esta razón, es muy importante la llegada de la mejor universidad del país, la Nacional, al departamento. Ver si se genera un proceso virtuoso de emulación y de mejoramiento de la calidad de la educación universitaria de la región. Pero hay que sacudirse, si no mejora la calidad de la educación superior de los abismos en donde se encuentra, la economía no mejorará y esto es una tarea que toma tiempo y debemos comenzar ya.
Existen estrategias ya probadas: formación y capacitación a los docentes, exigibilidad y rigurosidad a los mismos, dotación de laboratorios, promoción de la investigación, relacionamiento y prácticas en el sector real, fuera corrupción y politiquería de las universidades públicas, etc.
Para concluir, cambio climático, competitividad y calidad de la educación, son tres desafíos de largo plazo que no dan espera para su inmediata atención.
*Fernando Herrera Araujo, economista. M.A University of Manchester
M. Sc London School of Economics and Political Science. @fherreraraujo
*Juan Echeverry. Economista Universidad del Rosario.
Por Fernando Herrera Araujo
Investigación: Juan Echeverry