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Los tiempos idos de Juan Celedón

Por Luis Eduardo Acosta

“Me ha quedado la nostalgia de aquellos tiempos pasados de una vida de parrandas de mujeres y de tragos, ya se fue la juventud y se acerca la vejez y el amor también se fue con toda su ingratitud”

El aparte transcrito corresponde a la canción titulada “Tiempos idos” de la autoría de Poncho Cotes Queruz, obra musical incluida por los Hermanos Zuleta en el LP titulado “El reencuentro” que la CBS dio a conocer del público para la navidad del año 1975 la cual vino a mi mente a propósito del tema que ocupa hoy nuestra atención.

Tuve la fortuna de disfrutar a plenitud una obra extraordinaria titulada “Tiempos Idos” un cálido, merecido y sentido homenaje a la vida y obra de Alfonso Cotes Queruz, padre de “Los tres monitos, que escalona en su nostalgia describió con gran maestría” y también del inolvidable compositor Poncho Cotes Junior Q.E.P.D. y abuelo de mi amigo Poncho Cotes Ovalle. Se trata de un muy documentado recorrido por la vida del famoso personaje donde además quedó extendido el testimonio de gratitud de sus amigos por su extraordinario aporte a la música vallenata y la proyección social de la parranda como punto de encuentro de los amigos y el acordeón como sombra tutelar de las aventuras furtivas.

Tuvo el autor de ese libro extraordinario mi amigo Juan Celedón Gutiérrez la deferencia de ponerlo en mis manos y la verdad es que me cayó como pedrá en ojo tuerto porque siempre había pensado que Poncho, ‘El viejo’ y Junior son merecedores de mayor reconocimiento ciudadano porque su aporte al folclor tiene vocación de permanencia, son 160 páginas en las cuales el esmerado escritor nos ilustra sobre la huella indeleble de ese patriarca que en La Guajira y el Cesar dio ejemplo de humildad a pesar de su grandeza.

Por buen amigo y premonitoriamente para que emulara sus pasos fue que Emiliano Zuleta Baquero no solo lo puso de padrino, sino que puso al tercero de sus hijos con Carmen Díaz su nombre, que junto con el del patrono de su pueblo permitió colocar sobre los hombros de esa criatura recién llegada al mundo tan honrosa responsabilidad, para que nadie olvidara a Poncho y ningún villanuevero dejara de ser fiel a Santo Tomás y todos sabemos que ese agraciado muchacho gracias a esa buena espalda ha podido brillar con luz propia durante más de cincuenta años cantando para que la parranda no se acabe y para que con el registro de su voz su padrino nunca muera porque es ineludible recordar hoy y siempre su emblemática canción cuando dice, “Nunca ambicioné el dinero porque no me intereso, pero si he gozado yo con las cosas que más quiero, una parranda en el plan en casa de la vieja Sara, el acordeón de Toño Salas que nunca podré olvidar”.

En las palabras de Beto Murgas, Tomás Darío Gutiérrez, Beltrán Orozco Dangond, Octavio Vence Morales y las curiosísimas cartas del maestro Esteban Bendek Olivella, y la que escrita con máquina de escribir en hojas de papel de uso exclusivo para asuntos consulares le envió Rafael Escalona dan cuenta de la importancia del personaje para sus amigos y el sentido filosófico de aquella relación de cofradía, pero de igual manera nos dibuja de los talones a la mollera la buena medra intelectual del autor de la obra porque para hacer algo de esa calidad se requiere una memoria juiciosa, un corazón limpio, gran habilidad para esculcar e investigar y una pluma sin maculas .

Juan, es imposible esperar que todo mundo piense en coro conmigo al valorar tu obra, para algunos tu trabajo puede caer como panela en muela picá, lo importante es que para quienes sabemos de esa vaina la sacaste del estadio, por eso eres merecedor del aplauso ciudadano, fue este un acto de justicia con un hombre que dio lustre y buena fama a la música más bonita de Colombia.

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