Nos tocaron tierras para un hábitat económicamente explotable, de diferentes pisos térmicos con 824 mil kilómetros cuadrados de tierras relativamente planas y 316 mil kilómetros cuadrados de montañas subdivididas en tres cordilleras, 2.900 kilómetros de costas sobre dos océanos que en lugar de acondicionarlas y mejorarlas continuamos destruyéndolas casi hasta su aniquilamiento progresivo irreductible.
A los daños citados se abona la existencia de un sinnúmero de basureros dispuestos a cielo abierto en inmediaciones de pueblos y ciudades que traen consecuencias sanitarias funestas para la población humana. La contaminación de suelos por basura se debe al inadecuado manejo y tratamiento de estos desechos que atentan contra el equilibrio dinámico de la naturaleza.
Irresponsablemente nos ahogamos en la basura ya que es una práctica extendida y ante semejante barbaridad todos merecemos el calificativo de malos, todos hacemos parte del basuricidio, nuestro país se agota en el espacio de su propio escenario por un problema educativo y cultural pero también de negligencia institucional ya que nos falta desarrollar proyectos para responder las necesidades de un país como Colombia que produce mucha basura y no cuenta con programas institucionales de reciclaje, pero principalmente necesitamos conciencia ciudadana sobre el manejo adecuado de la basura que producimos diariamente e irresponsablemente arrojamos a los ríos, calles y botaderos a cielo abierto.
El 70 % de las ciudades de Colombia no manejan correctamente sus residuos sólidos en rellenos sanitarios, la tanta basura que se produce se lanza al ambiente, se quema, se entierra o se hecha a los ríos y esto contamina el suelo, el agua y el aire con sus respectivas consecuencias que dañan y acortan la vida en la tierra.
Somos víctimas propiciatorias de esta tragedia que ha desencadenado semejante fatalidad que no tiene Dios ni ley ya que los humanos tenemos la naturaleza como recurso que produce rentas propias inagotables y con esta actuación de exterminio sin consideración somos iguales al escorpión al agujerearnos nosotros mismo.
El cuadro patético que vive la tierra es conmovedor y debe preocuparnos profundamente porque estamos viviendo en muchos lugares del mundo en condiciones de miseria absoluta y aún seguimos comportándonos como si fuéramos seres sin corazón o si lo tenemos es de piedra y si tenemos cabeza es algo que todavía no está, infortunadamente, comprobado.
Sin duda, el uso de los recursos del país nos está llevando a la destrucción no de aprovechamiento y así obra quien no tiene cabeza para desterrar esa actitud dañina que nos da comida hoy y mañana hambre, pero mucha hambre.
Ojo, somos seres peligrosos que actuamos con criterios incorrectos al estar convencidos que nos estamos desarrollando.
Profunda equivocación la que vivimos al confundir el desarrollo sostenido con el desarrollo sostenible.
¿Cuándo rectificamos?