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Los seres humanos: una pequeña reflexión…

Hoy somos más de 3.000 millones de personas, o como quien dice, más de la mitad de la humanidad nos encontramos encerrados en nuestros hogares por un virus llamado COVID-19. Este virus es el protagonista de la pandemia más mortal de los últimos cien años, y que está batiendo todos los récords jamás antes validados por las últimas tres generaciones de humanos residentes en este planeta. Hoy por hoy el COVID-19 logró bloquear todos los sistemas sanitarios, biológicos, económicos, sociales y sobre todo nos bloqueó de manera emocional.

En estos días de confinamiento e incertidumbre en la que me encuentro; siento y alimento el deseo de que todo esto termine. Y terminará. Pero también me surgen muchas preguntas…

¿Podremos poner en práctica toda la lista de los buenos nuevos propósitos que hemos hecho?

En este confinamiento yo creo que todos estamos pensando en empezar a vivir mejor la vida, a no darle importancia a lo que no la tiene, a no volver a caer en los errores que nos trajeron aquí… Sin embargo, todos sabemos que corremos el riesgo de olvidarlo todo, tan pronto como se nos permita salir de nuestras casas para retomar nuestras actividades “habituales”.

El efecto protector de la naturaleza ante patógenos e infecciones se conoce desde hace mucho tiempo y hace ya varias décadas que los científicos lo han demostrado. El COVID-19 ha puesto en jaque a todos los sistemas hospitalarios del planeta, aunque no hay sistema sanitario de ningún país, no hay cuerpo de seguridad de ningún Estado capaz de protegernos en la escala y con la fiabilidad con la que lo puede hacer la naturaleza. Las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, OMS, lo advirtieron hace tiempo sobre lo que hoy estamos sufriendo. No estábamos preparados para una gran pandemia.

Pero a pesar de todas las voces de entusiasmo y aliento que se pregonan mundialmente, estoy seguro que vamos a seguir empobreciendo y simplificando los ecosistemas, dejando o imponiendo solo las especies que nos interesan. Seguiremos talando los bosques, simplificándolos y volviéndolos cada vez más frágiles ante los cambios y las perturbaciones ambientales que vengan, es más, aun sabiendo de que hoy ya no son capaces de amortiguar los embates que trae el cambio climático.

Es ahora que nos podemos dar cuenta de que la suma de la desigualdad social y la destrucción ambiental, es a su vez multiplicada por la globalización. ¡Tenemos que reflexionar sobre los ingredientes de se juntaron en este desastre para no seguir sufriéndolo!

El gran problema es que los seres humanos nos concebimos como algo diferente y separado de eso que llamamos medio ambiente, naturaleza o biosfera. Somos inmensamente ciegos a la hora de ver que todo lo que le hacemos a los recursos naturales se lo hacemos a nuestra salud, a nuestra economía, a nuestra sociedad.

¿Somos tan ciegos que no vemos el caballo en nuestra habitación? Sólo lo advertimos cuando nos vemos en dificultades extremas. ¿Cómo no alcanzamos a pensar que destruir los ecosistemas y sobrexplotar los recursos nos traerá consecuencias profundas en nuestras vidas? Vivimos de espaldas a la naturaleza, pero tampoco somos conscientes aún que nuestra salud depende de ella, mucho más de lo que pensamos.

Vendrán más virus y no habrá sistema sanitario en el mundo que pueda contenerlo. Solo una naturaleza rica y funcional, con los adecuados niveles de biodiversidad, podrá regular y amortiguar los impactos de las futuras pandemias.

Si realmente aspiramos a un mundo más feliz, equilibrado y justo, si nos proponemos mejorar nuestro bienestar y el de las generaciones futuras, no tenemos más remedio, no existe otra alternativa; es necesario conservar, restaurar y proteger los ecosistemas que nos rodean, asegurándonos de no dejar por fuera a ningún recurso natural y por supuesto a todos los seres humanos

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Miguel Angel Sierra: