Sentado desde el borde de una banca de un comedor comunitario, Dubán David Martínez Velásquez, aún recuerda el momento exacto en que el fútbol se le atravesó en su vida. Tenía ocho años, cuando por primera vez vio como un grupo de jugadores ingresó al estadio para encender los ánimos entre la muchedumbre. “Inmediatamente con $5.000 compré mi boleta, tenía amigos mayores de barras que con frecuencia asistían, me llevaron y de una me quedó gustando”, dijo el joven de 18 años que desde hace más de cinco años es integrante y líder de la barra de Valledupar Fútbol Club, denominada ‘los santos reyes’.
Este aficionado al fútbol que hace unas semanas está por fuera de casa, por dificultades con los padres, lleva exactamente “10 metido en el cuento”. Inició con el grupo barrista ‘pasión vallenata norte’, pero por conflictos de intereses prefirió conformar su grupo, con el cual ha viajado de tractomula en tractomula por todos lares para ver jugar al equipo verdiblanco de la capital vallenata.
“Nos vamos como 100 aficionados en las tractomulas porque no tenemos recursos económicos para viajar. Hemos conocido varios estadios como el de Barranquilla, Armenia, Cali, Bucaramanga y demás, pero también hemos encontrado peleas, riñas con otras barras, agrediéndonos y lastimándonos”, dijo.
A Martínez Velásquez este ritmo de vida lo motivó a tener problemas con sus padres, quienes no asimilan como un partido de fútbol puede convertirse en problemas para la familia, al punto de que su segundo hijo no viva con ellos sino con desconocidos.
“Es complicado porque lo que vivimos es un calvario, se fue de la casa porque a la mamá no le gustan los muchachos con los que anda. Es un tema para manejar con inteligencia, la relación conmigo a diferencia con su mamá se podría decir que está bien. Sin embargo, no deja de ser difícil la vida que lleva”, comentó con nostalgia Dagoberto Martínez, padre de Dubán y de dos hijos más que estudian: el primero Odontología en la Universidad del Magdalena y el menor cursando bachillerato.
Precisó además, que al escuchar la radio si no sabe nada sobre Dubán espera lo peor en las noticias, debido a que un día tuvo que irlo a buscar a Bosconia, donde estaba herido porque tuvo enfrentamientos con otros colectivos. “Estaba lastimado con arma blanca, pensé que ese día no lo iba a ver con vida pero gracias a Dios que se recuperó”, puntualizó Dagoberto Martínez.
El joven actualmente convive con amigos en las torres de la urbanización Lorenzo Morales, sur de Valledupar; mientras que la familia reside en el barrio Los Caciques.
Martínez Velásquez es parte de una de las historias que conforman el proyecto ‘Transformadores’, liderado por la Junta de Acción Comunal (JAC) del barrio Villa Maruámake, que busca recuperar el modelo de vida de los jóvenes que enfrentan problemas sociales.
Aunque la iniciativa lleva cinco años trabajando por los niños y adolescentes de diferentes sectores, solo hace un mes lo hace con integrantes de la hinchada del Valledupar F.C., especialmente con ‘los santos reyes’. Al menos 60 aficionados entre los 12 y 22 años, asisten al comedor comunitario de Villa Maruámake, para culminar los estudios básicos y recibir de un equipo interdisciplinario asesoría en diversos talentos.
“El ideal es transformar la vida de los muchachos, a partir de la espiritualidad, el desarrollo de talentos, actividades de prevención y educación. Queremos orientarlos, darles una nueva perspectiva de la caracterización de lo qué es el ser humano, que aporten un valor agregado a la comunidad vallenata, que terminen los estudios básicos al llegar mitad de año y dejen los conflictos”, expresó Álvaro Cano, presidente de la JAC.
La iniciativa sin ánimo de lucro presidida por la Junta de Acción Comunal cuenta con el respaldo de los padres de familia de los participantes, Policía Nacional, Institución Educativa Corel y Centro Evangelístico Jesús es el Señor, Cejes.
Los jóvenes en el marco del proyecto se reúnen lunes, miércoles y jueves para ejecutar actividades en torno a la espiritualidad, cultura y superación personal; así como también los sábados de 8:00 a.m. a 2:00 p.m. para terminar los estudios básicos en el colegio Corel.
“Es uno de los planes más importantes que hemos realizado. Con otros muchachos que presentaban adicciones a las drogas o pasaban en la calle, logramos que se interesaran por la música, ahora pertenecen a un grupo de ballet. Con estos hay que alimentarles la paciencia, explicarles que es un proceso extenso en que hay que crear espacios, que sus familias vuelvan a creer en ellos y que vean otras alternativas para vivir. Lo que se busca es que realmente aprendan que pueden ser productivos siendo aficionados”, afirmó Karina Medina, coordinadora de la JAC.
Entre tanto la socióloga, egresada de la Universidad Popular del Cesar, Kristel Medina, informó que en el momento están en el proceso de focalización, de identificar el contexto que los rodea. “Por ahora el diagnostico muestra que vienen de familias disfuncionales”, explicó la profesional.
Las charlas con acciones lúdico pedagógicas están encaminadas que los barristas puedan identificar otro estilo de subsistencia que les permita cambiar la imagen que tienen con la comunidad en general.
“Nos han dado charla pero nunca nos habían ayudado a educarnos, porque no todos vivimos en la misma condiciones. Algunos tenemos una forma de vida que económicamente no hace falta nada, como yo vivo, sin embargo hemos viajado en mula, no hemos dado cuchillo en enfrentamientos. Hemos tenido difuntos en el equipo y todo esto no sirve para nada porque la sociedad nos está viendo mal. Con este proyecto queremos comenzar a que nos vean de una manera distinta, como ciudadano. Que la barra sea un escenario para disfrutar y compartir donde se empiece a ver algo distinto a lo que estamos acostumbrados”, manifestó Carlos Andrés Gutiérrez, integrante de la barra.
La barra
La ‘banda de los santos reyes’ es una barra conformada por al menos 300 participantes de Valledupar, que habitan en barrios como Fundadores, Lorenzo Morales, Nando Marín, Pescaito, entre otros, que ven en el fútbol una pasión y manera de ser aventureros. “Somos 300 personas en la barra pero de corazón 200, que somos los firmes, que le metemos el aguante y corazón. Así como lo hizo una vez Maicol, Brayan y ‘Nacho’ Vives, que ahora están muertos. Ojalá salgan los planes con el favor de Dios que estudiemos para salir adelante, para que nos dejen de mirar como los ladrones, drogadictos y malandros”, finalizó Dubán Martínez, quien en su cuerpo posee más de cuatro tatuajes alusivos al Valledupar F.C.