La Dirección de Protección al Consumidor de la Superintendencia de Industria y Comercio revisa continuamente toda la publicidad que aparece en los medios sobre los más variados productos que se ofrecen a los consumidores, y con especial deleite concentra su atención en los anuncios que tienen que ver con los vehículos, pues a ellos como a nosotros nos atrae especialmente lo que tiene que ver con las camionetas, los automóviles y las motocicletas, que son los bienes que nos identifican y que nos hacen grata y cómoda la vida. ¨Dime que auto tienes y te diré quién eres¨
No es fácil hacer un aviso que describa acertada y suficientemente las características del vehículo (pues no faltará quien diga que al anunciante se le olvidó incluir un aspecto importante o una limitación del automotor), y que no deje cabos sueltos sobre las modalidades de la financiación disponible para la compra del semoviente (pues no faltará quien diga que si el banco, la financiera o el leasing le negaron el crédito es por culpa de la marca o del concesionario, que debe pagar por ello)
Es por eso que las ¨patas¨ (como llaman los publicistas a las restricciones o limitaciones que operan en la oferta), que están en la parte baja del aviso publicitario o en el atropellado mensaje de la radio, ocupan buena parte del espacio o del tiempo, sin que sea válido remitir al consumidor a una página web para completar el mensaje (porque no faltará quien diga que en la web hay información que debía ir en el aviso principal, o que no todo el mundo tiene a su alcance el internet para enterarse de los detalles, y eso constituye información insuficiente al consumidor).
Si en la imagen aparece un accesorio que pasa desapercibido a quienes le hacen el control de calidad al aviso, y el vehículo no lo trae o viene diferente, por ejemplo porque las llantas son de la marca ¨X y no de la marca ¨Y¨, o los espejos son plateados y no negros, o la antena no viene en el centro sino a un costado, lo cual facilita la tarea de los gamines, etc. no faltará quien diga que le tienen que entregar exactamente el vehículo de la imagen, porque si no es así se le indujo en error, confusión o engaño.
Podríamos seguir esta lista de los riesgos de los anunciantes (pues como dicen en el beisbol, ¨la pelota pica y se extiende¨), que son tantos e inimaginables que las autoridades deben juzgar los avisos aplicando la presunción de inocencia, para no condenar a la hoguera a todo lo que parezca ser una bruja.
Por Rodrigo Bueno Vásquez