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Los retrasos

Por: Valerio Mejía

“Ten por cierto que tu descendencia habitará en tierra ajena, será esclava allí y será oprimida cuatrocientos años…. Y después de esto saldrán con gran riqueza” Génesis 15:13-14
Una pieza un tanto complicada de la bendición de Dios, tiene que ver con aquello que consideramos retrasos de parte de Dios para nosotros. Cuando recibimos alguna promesa y esta se tarda en cumplirse, nos genera preocupación y sufrimiento.
¿Cuántas promesas se han quedado sin cumplir? ¿Cuántas promesas aún permanecen en el tintero de Dios? Esa aparente tardanza de Dios, nos hace dudar y sufrir.
En el epígrafe, un retraso en la propia vida de Abraham que dio la impresión de que la promesa de Dios iba a quedarse sin cumplir. Su nieto Jacob, había entrado a la tierra de Egipto con toda su familia, un total de setenta personas, allí fueron extranjeros en una tierra que no era suya, y los esclavizaron y oprimieron durante cuatrocientos treinta años. Pero la promesa decía que eso ocurriría solamente durante cuatrocientos años y que luego, saldrían en victoria. Es decir, que la promesa ya tenía treinta años de retraso y no había visos de salida o cambios de libertad en el horizonte.
El relato bíblico continúa así: “Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto. Los hijos de Israel que gemían a causa de la servidumbre, clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos desde lo profundo de su servidumbre. Dios oyó el gemido de ellos y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y conoció su condición”. Aquí es cuando Dios interviene a través de otro personaje llamado Moisés, cuya llamamiento específico fue liberar a los hijos de Israel y sacarlos a la independencia en una nueva tierra que Dios les entregaría.
Esta tardanza, aparentemente insoportable de los descendientes de Abraham, fue solamente eso, un retraso; porque finalmente Dios cumplió a cabalidad su promesa y los sacó con plata y oro y con gran riqueza a una tierra que fluía leche y miel. ¡La promesa fue redimida!
Queridos amigos lectores, es posible que seamos probados con retrasos reales o aparentes, y los retrasos vendrán acompañados de sufrimiento. Proverbios dice que “la esperanza que se demora es tormento del corazón; pero árbol de vida es el deseo cumplido”. “El deseo cumplido regocija el alma”.
Hoy debo asegurar desde la posición de la experiencia, que a pesar de los retrasos que podamos sufrir, ¡Dios nunca llega tarde! Y que en medio de toda situación de sufrimiento que sus retrasos nos puedan generar, ¡siempre permanecerá la promesa de Dios!
Su nuevo pacto con nosotros en Cristo, y su promesa inviolable, hace que toda bendición que necesitemos, por más pequeña que sea, esté disponible para nosotros en el tiempo y en el ahora de Dios.
El retraso y el sufrimiento forman parte de la bendición prometida, forman nuestro carácter y nos enseñan a esperar en el Señor y a no desalentarnos de cara a las dificultades, sino fortalecen nuestro corazón y nuestra fe para esperar siempre lo mejor de Dios en el tiempo señalado.
Aquellos que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros, podemos tener como segura y firme ancla del alma, dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta: Su promesa y su juramento. Y no teniendo uno mayor por quien jurar, juró por si mismo diciendo: “De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente”, trayendo para nosotros un fortísimo consuelo de parte de Dios.
Finalmente, “y después de esto, salieron con grandes riquezas”. Es el cumplimiento fiel a sus promesas. Sí sabemos esperar en Dios, siempre saldremos victoriosos y enriquecidos con toda bendición.    “Querido Dios: Enséñame a confiar y esperar en ti, con la certeza que siempre habrá una respuesta como cumplimiento de tus promesas. Amén”.

Recuerda: ¡Ánimo! ¡Esperemos en el Señor! ¡El Señor siempre cumple sus promesas!
Abrazos y bendiciones en Cristo
valeriomejia@etb.net.co

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