El municipio de Valledupar y su capital están llenos de contrastes, es como un arbolito de Navidad, con muchas luces y apliques pero por dentro se encuentra una estructura inerte, un agujero negro que se traga su presupuesto de inversión en objetos no priorizados.
Valledupar es una ciudad que construye grandes centros comerciales y viviendas para alto estrato social sin que haya un sector productivo que genere riquezas e ingresos para la mayoría de la gente en edad de trabajar, que es de casi el 75 % de la población, para tener una demanda sostenida. Valledupar es como el venezolano de la era saudita cuando una persona, que vivía en las filas de Mariche, tenía un Ford LTD.
Hace muchos años que aquí no se crean empresas del sector real de la economía para absorber esa franja mayoritaria que vive de la informalidad; más del 65 % de esa población es de ahí. Por eso tenemos una estructura tributaria débil, con recursos propios muy limitados; dependemos del Sistema General de Participaciones, SGP, casi todo de destinación específica para el funcionamiento de sectores como educación, salud, agua potable y saneamiento básico, recreación, cultura y deporte.
La inversión no sale de los propios recursos sino a través de las regalías vía OCAD y partidas nacionales gestionadas pero no priorizadas. Qué hermosa se ve una ciudad llena de parques pero por dentro llevamos una procesión: Valledupar tiene la 5ª pobreza monetaria más alta de capitales y la 4ª en pobreza absoluta; la desnutrición infantil es la 9ª más alta, el IRA y el EDA, 7ª más alta. En competitividad estamos casi descartados.
Además, este municipio se encuentra en ley de quiebras y pese a esto, adquirió un nuevo endeudamiento, no sé cómo lo hicieron. Valledupar es la capital del país con el tercer mayor desempleo, 16.4 %; el mayor generador de empleo es el sector servicios, muchas veces de mala calidad, aquí se vive del rebusque pero también de la delincuencia, con cuellos multicolores. La movilidad es un gran reto, hay que pensar seriamente en un plan de urgencias para atenderlo.
El municipio tiene 215Km de vías terciarias de las cuales solo el 6% está en condiciones aceptables; aquí puede darse un frente de trabajo que favorezca a quienes vivan en el sector rural y con la ingeniería vallenata; en el casco urbano, el programa de auto construcción es movilizador de mano de obra; hay que fomentar cooperativas multiactivas para la contratación, una forma de redistribución de los ingresos.
En salud tenemos una gran brecha, la atención de la niñez es inaplazable, la puesta en marcha del médico familiar no da espera. Según el censo, tenemos más 44.000 niños menores de cinco años, 9.75 % de la población; además, entre los 15 y 29 años suman el 28 %, 127.000 jóvenes; ojo con estos; la mitad de nuestra población tiene menos de 21 años.
En el mundo hay suficiente dinero para este sector, toca gestionarlo ante ONG y países, ahí está el mérito de un alcalde, ser un mago en la consecución de dineros, no en ejecutar un presupuesto vegetativo. En educación hay que reformar los currículos, ya Antioquia lo va a hacer; hay que enseñar a leer y estudiar críticamente.
El Nobel de física 2015, el japonés Kajita, le recomendó a Duque, que la inversión en ciencia es fundamental. Se imponen altruismo, lógica y humildad.