Por Alfredo Jones Sánchez
En esta época festiva, mientras las luces parpadean y los villancicos resuenan, mi mente se dirige a Valledupar, nuestra querida ciudad que anhela regalos más allá de las luces en sus principales parques. En lugar de grandes regalos, deseo pedir al Niño Dios algunos regalos vitales para el bienestar de nuestra comunidad.
En primer lugar, anhelo que en Valledupar se impulse una renovada cultura cívica. Sueño con calles impregnadas de respeto mutuo, donde los ciudadanos se esfuercen por mantener limpios nuestros espacios públicos y respetar las normas de convivencia. Que la ética ciudadana florezca como un regalo perdurable, fomentando la armonía y la unidad en cada rincón de nuestro municipio.
Como segundo deseo, una mayor participación ciudadana. Como dice mi amiga María Fernanda Góngora “que la voz de cada habitante de Valledupar sea escuchada y considerada en las distintas decisiones del municipio”. Deseo que los ciudadanos se involucren activamente en los asuntos públicos, en tertulias, construyendo puentes de comunicación con las autoridades locales para moldear juntos un futuro más prometedor.
En mi carta al Niño Dios, no puedo pasar por alto la necesidad urgente del regalo supremo de la seguridad. Deseo que Valledupar sea un refugio para sus habitantes, donde la tranquilidad reemplace la ansiedad que viven los ciudadanos en las calles. Que la cooperación entre la comunidad, la alcaldía y la fuerza pública construya un escudo efectivo contra la violencia, permitiendo que cada persona camine por nuestras calles con confianza y tranquilidad.
Finalmente, pero no menos importante, un desarrollo económico y social sostenible. Valledupar merece crecer y prosperar, con oportunidades que abarquen todos los sectores de la sociedad. Que la inversión en educación, salud y empleo genere frutos abundantes, creando un tejido social fuerte y resistente.
Que esta Navidad no solo sea un momento de celebración, sino también un momento de reflexión y el comienzo de una nueva era para nuestra ciudad. En estas fechas y con espíritu navideño, anhelamos no solo adornos brillantes, sino una Valledupar que brille con valores, participación y bienestar. Que el Niño Dios nos conceda estos regalos invaluables, convirtiendo nuestros sueños en realidad y guiándonos hacia un futuro lleno de esperanza y prosperidad para todos.